jueves, 31 de diciembre de 2015

UNA FÁBULA PARA TERMINAR EL AÑO

Hola a todos.
Esta noche, nos reunimos por dos motivos. Despedir el año 2015 y darle la bienvenida al nuevo año 2016.
Todos hacemos balance de lo que ha sido este año y pensamos en todos los logros que queremos alcanzar en el año que está por nacer.
Sé que tengo mucho camino que recorrer. He avanzado unos pasos. Me conformo con pasar un 2016 tranquilo y siguiendo avanzando.
Yo, por mi parte, he decidido que la última entrada que hago en este blog sea una fábula del genial escritor Felix María Samaniego.
Se titula El perro y el cocodrilo. 
   
Bebiendo un perro en el Nilo
al mismo tiempo corría.
-Bebe quieto-le decía
un taimado cocodrilo.
Díjole el perro muy prudente:
-Dañoso es beber y andar,
¿pero es sano el aguardar
a que me claves el diente?
¡Oh,qué docto perro viejo!
Yo venero tu sentir
en esto de no seguir

del enemigo el consejo.


Debemos de estar prevenidos en el año que entra de todo aquel quiera hacernos daño de algún modo, ya sea de manera sutil o de manera directa. 

¡Sed muy felices esta noche! 

martes, 29 de diciembre de 2015

¿INVIERNO?

Hola a todos.
Estamos a 29 de Diciembre.
Sin embargo, no parece que estemos en Invierno.
Sí, el 21 de Diciembre entró dicha estación. Pero no se nota.
No estoy hablando sólo de España. En Finlandia, no nieva. De hecho, han tenido que usar nieve artificial para las pistas de esquí.
No hace frío. El Sol luce todo el día. Las temperaturas son suaves. Incluso, apetece ir a la playa. O ir a tomar algo a una terraza.
El Invierno no ha llegado. Puede parecer una buena noticia. Yo tengo una duda. ¿Tiene que ver con el cambio climático?
Estamos bajo la influencia de un anticiclón. ¿Se debe al cambio climático?

lunes, 28 de diciembre de 2015

EL AÑO QUE ESTÁ POR NACER

Hola a todos.
Cada día que pasa, es un día que queda menos para la Nochevieja.
Se piensan en muchas cosas cuando se acaba el año.
Nos olvidamos de lo que ha pasado durante todo el año que está acabando. Nos centramos en el nuevo año.
Hacemos muchos propósitos.
Pensamos en lo que queremos hacer en el 2016. Apuntarse a clase de idiomas. Sacarse el carnet de conducir. Hacer dieta.
Pedimos muchas cosas. Hacemos muchos propósitos. ¿Qué ocurre luego? ¿Cumplimos dichos propósitos?
Nos quedamos en el camino. No cumplimos con los propósitos que nos hacemos.
Nos falta fuerza de voluntad. Alguna gente sí llega a cumplir con las expectativas que hace. ¿Qué pasa con los demás?
¿Somos débiles? ¿Somos cobardes? Hablo en general. Admito que soy débil. Admito que soy una cobarde. Admito que me falta fuerza de voluntad para muchas cosas. Me gustaría cambiar. ¡Y también me falta fuerza de voluntad para cambiar! Espero que el año que está por nacer me ayude a ser un poquito más valiente.

domingo, 27 de diciembre de 2015

REORGANIZARSE

Hola a todos.
Un nuevo año está a punto de nacer.
Cuando un año se acaba, uno empieza a pensar muchas cosas. ¿Se han cumplido nuestras expectativas? ¿Hemos alcanzado las metas que nos propusimos?
¿Cuál es mi propósito para el año que está por nacer? Lo cierto es que no lo he pensado bien lo que quiero hacer el año que viene. Terminar todas las historias que tengo a medias es una buena forma de empezar el año. O de acabarlo.
También tengo un problema terrible. No sé organizarme. De veras...Lo he intentado.
Pero no logro organizarme. No sé cuáles son mis prioridades. Tengo muchísimas prioridades.
No sé por dónde atacar. He terminado muchas historias que tengo a medias.
¡Pero todavía tengo muchísimas historias más sin terminar! Y todas quieren que les dé un final.
Si no les doy ese final, no podré avanzar. Me quedaré estancada.
No quiero descuidar ninguno de mis blogs. Me voy a tomar las cosas con calma. Lo digo siempre, pero no lo cumplo.
Ya lo veis. ¡Soy un verdadero desastre!

martes, 22 de diciembre de 2015

DÍA DE SUEÑOS Y DE FRUSTRACIONES

Hola a todos.
Hoy, es 22 de Diciembre.
Se celebra el Sorteo de la Lotería de Navidad. Es un día muy especial para mucha gente.
Todos, incluida yo, soñamos con que nos toque el Gordo de la Lotería de Navidad. Es una fuerte suma de dinero. Una cantidad de dinero con la que todos salivamos al pensar en ella. Deseamos tener esa fuerte suma de dinero. Queremos hacer muchas cosas con una suma de dinero tan elevada. Soñamos con pagar las deudas que tenemos. Todos soñamos con darnos un capricho. Un viaje...Comprar un coche de alta gama. Comprar una gran casa.
Son sueños imposibles de realizar. Sueños que son, en realidad, más bien egoístas. ¿No os parece?
Pero el ser humano es egoísta por naturaleza. Siempre piensa en sí mismo antes que en otras personas. Suena duro de decir.
Hoy, es el día en el que se cumple el cuento de La Lechera. ¿Os acordáis de ese cuento? La lechera sueña con vender un cántaro de leche que lleva sobre su cabeza. A partir de ahí, empieza a alucinar. Con lo que va a comprar. Con el dinero que va a ganar. ¿Os acordáis de cómo termina el cuento?
Es bastante cruel decirlo. Lo admito.
Esto es algo que va a ocurrirnos a todos en el día de hoy. Es imposible que haya alguien que no haya comprado un décimo de Lotería. ¡Lo digo de corazón!
Puede que sólo se haya comprado un décimo de Lotería. Pero hay gente que gasta mucho dinero en comprar décimos con distintos números. De este modo, piensan, tendrán más suerte. Se llevarán algo. Todos deseamos que nos toque el Gordo. Otros tantos se conforman con que les toque sólo la pedrea. Hay muchas esperanzas depositadas en el día de hoy. Demasiadas esperanzas...
Soy pesimista en este aspecto. Pero quiero tener ilusión. Quiero pensar que éste será el año.
Tocará el gordo. Y podré hacer realizar muchos sueños. Lo dice un anuncio.
No tenemos sueños baratos. ¿No pensamos en ayudar a los demás? En un primer momento, cuando se nos pregunta, todos respondemos que queremos ayudar a los demás.
¿Lo decimos de corazón? ¿O lo decimos porque hay una cámara delante?
No queremos quedar mal delante de un micrófono. No queremos quedar como unos egoístas.
Y vuelvo a lo que he dicho antes. El ser humano es egoísta.
No es culpa de nadie. Somos así.



Son muchísimos años soñando. Comprando décimos. Celebrando el triunfo que supone ganar el Gordo. Trazando proyectos. Y también sufriendo.
Hoy, es un día también de desilusión. El Gordo toca a unos afortunados. Pero no toca al resto de los mortales.
¿Qué ocurre hoy con esas personas? ¿Qué les pasa por la cabeza?
Sus sueños no se han materializado. No se han cumplido. Han depositado todas sus esperanzas en este día. Unos pocos logran su meta.
¿Qué pasa con los demás? ¿Qué es lo que sienten? Para empezar, sienten muchísima rabia. En algunos casos, les duele ver la alegría de los demás. Piensan que es algo injusto. Quitan la tele. O quitan la tele o la rompen.
Es lo que una servidora suele hacer todos los 22 de Diciembre. Quitar la tele.
¿Por qué nos molesta ver a otras personas felices? ¿No deberíamos de alegrarnos nosotros también? Al parecer, no es el caso.
Hoy, es un día cargado de ilusiones. Pensamos que nuestros sueños se van a hacer realidad.
La realidad, al no cumplirse esos sueños, es muy dura.
Nos enfadamos. Nos ponemos tristes. Nos sentimos frustrados.
Juramos no volver a gastar ni un céntimo en un décimo de Lotería nunca más. Pero sabemos que nos estamos engañando a nosotros mismos. Volvemos a comprar un décimo del Sorteo de la Lotería de Navidad. Volvemos a depositar nuestras ilusiones en ese Sorteo.
Suerte a todos los que han comprado un décimo de ese Sorteo. Puede que no les toque. Pero...Hemos de ser realistas.
Hemos de pensar en positivo. ¿Se puede pensar en positivo tal y como están las cosas en este momento? Lo ignoro.
De momento, no son todavía las dos de la tarde. Hay tiempo para soñar. Y puede ser que este año se cumplan nuestros sueños.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

LA CONTRADICCIÓN DEL HOMBRE

Hola a todos.
Se acerca la Navidad.
En esta época del año, la gente se llena de buenos deseos. Parece aflorar su mejor lado. Quiere ser amable con los demás. Quiere ayudar a los más necesitados. Quiere hacer obras de caridad. ¿Influye la Navidad en esa clase de comportamiento? La Navidad es una época del año maravillosa, en teoría. Las familias se reúnen. Se comen dulces. Se cantan villancicos. Se pone el Árbol de Navidad.
Sin embargo, uno puede llegar a pensar que esta armonía no dura mucho tiempo. Se pasa la Epifanía de los Reyes Magos. Y todo vuelve a la normalidad.
¿No podemos hacer algo bueno durante todo el año? ¿No puede esa bondad que aflora en nosotros en Navidad durar todos los días del año? ¿Es eso mucho pedir? Quizás...Sí...
El hombre es un ser curioso. Es capaz de hacer grandes avances en todos los aspectos. Es capaz de luchar contra las injusticias. De despertar conciencias. De hacer sonar su voz para defender todo aquello que es noble.
Estoy hablando a gran escala. A pequeña escala, podemos ayudar a los más necesitados. Preocuparnos por nuestros seres queridos.
Hay rasgos de bondad en nosotros. El ser humano no es malo.
Quiero pensar que las personas son buenas. Que se preocupan los unos por los otros. Que protegen a sus seres queridos. Estoy pecando de optimista. Lo sé. Luego, pongo el Informativo. Y la realidad me golpea de lleno.
¿Qué es lo que vemos en los Informativos? Estamos siendo testigos del horror que está viviendo Siria. Estamos viendo cómo personas deben de abandonar sus casas para huir de esa pesadilla.
Es el hombre el que está sembrando el terror en Siria. Da igual su nacionalidad o su religión. Es el hombre el que coge un arma para matar a otra persona. ¿Acaso no lo reconoce como un ser humano?
Fueron hombres (al margen de su nacionalidad o de su religión) los que sembraron el pánico en París hace un mes. Fueron hombres matando a otras personas. Sin mirar nada.
Y la cosa continua. Hay otros países que están siendo víctimas de la guerra. Hay personas que deben de huir de sus hogares para salvar sus vidas. Porque otras personas los quieren matar.
¿Eso es normal? ¿Es normal que una persona decida acabar con la vida de otra persona? Se habla de que son fanáticos. Yo los llamo psicópatas.



Estoy hablando de sucesos que ocurren a gran escala. A pequeña escala tenemos a las mujeres muertas por culpa de la violencia machista. A los altercados que hay en las discotecas y que acaban con la muerte de una persona. A las palizas que niñatos les propinan a los mendigos. Y todo ocurre porque sí. Porque ellos lo valen.
Y, como ellos lo valen, se matan personas. Hay algo demoníaco en nosotros. Debe de ser eso.
Los animales no hacen esas cosas. O quiero pensar que no las hacen. Nos estamos haciendo daño a nosotros mismos. Les estamos destrozando las vidas a otras personas.
Se habla de que estamos en guerra. Parece que el hombre se ha propuesto extinguirse.
Es como asistir a una especie de suicidio colectivo. El demonio ha aflorado. No nos deja tranquilos hasta que no sacie su sed de sangre. Suena demasiado extremo. Pero lo pienso cada vez que veo los Informativos.
Sin embargo, hay algo bueno en nosotros. Hay personas que ayudan a los demás durante todo el año. Personas que no dudan en arriesgar sus vidas para salvar a otras personas. Y no estoy hablando de gente que casi muere por salvar a un familiar suyo.
Hablo de personas que ayudan a desconocidos. A gente que nunca antes había visto. Pero que ve en apuros.
Hablo de personas que se ocupan de hacer obras de caridad de manera anónima. La verdadera caridad es la que no se pregona. Es la que se hace de forma desinteresada. Sin que nadie lo sepa.
La caridad se puede hacer con cualquier ser humano. El ver a alguien más débil y más desvalido despierta en nosotros nuestra conciencia. El deseo de ayudarle.
Pero también puede ocurrir algo espantoso.
Puede provocar nuestro desprecio. O, peor aún, puede provocar nuestra indiferencia. En esos casos, uno tiene que pararse. Tiene que pensar hasta dónde ha llegado. En qué se ha convertido. ¿Es un ser humano? ¿O se ha convertido en una bestia sin entrañas?
¿Cuál será el siguiente paso? Estas cosas ocurren todos los días. Nuestro lado malo aflora cuando no nos damos cuenta. Pero, en ocasiones, también aflora nuestro lado bueno.
El ser humano es muy contradictorio. Nunca sabe lo que está pensando. Ni lo que está sintiendo.

martes, 15 de diciembre de 2015

UN CORAZÓN SE APAGA

Hola a todos.
Aquí os traigo otro relato. No es un relato muy alegre y tampoco es muy romántico.
Sin embargo, me he animado a compartirlo con vosotros.
Deseo de corazón que sea de vuestro agrado.

UN CORAZÓN SE APAGA

CIUDAD DE WESTMINSTER, 1996

                                Los recuerdos acudían sin cesar a la dolorida mente de Paula. Escuchaba a los médicos hablar del accidente que había sufrido. Paula yacía en una cama, sin poder moverse. 
                               Los médicos decían que estaba en coma y que, de despertar, le quedarían muchas secuelas. Pero Paula podía escuchar y lo último que recordaba era oír la risa de sus tres hijos en el interior del coche en el que viajaban con su marido, Charlie. 
                             Cuando era pequeña, Paula descubrió que su vida había sido una mentira. Sus padres la habían adoptado. Más tarde, siendo una adolescente, descubrió que tenía una hermana melliza. Agnes...
                            En la época en la que se conocieron, eran dos adolescentes. Se hicieron amigas sin imaginar el lazo de sangre que las unía. Agnes también era adoptada. En su caso, había escuchado una conversación entre su madre adoptiva y una vecina. 
                         Paula no se atrevía a dar el paso de buscar a su madre biológica. 
                         Agnes vivía obsesionada con aquel tema. 
                         En el caso de Agnes, veía que Paula se parecía mucho a ella. Incluso, tenían un lunar muy curioso en el brazo. 
                         Llegó a la conclusión de que Paula era su hermana. 
                         Se lo comentó una tarde. 
                        Estaban dando cuenta cada una de un refresco en un concurrido bar de Bond Street. Paula pensó que Agnes se había vuelto loca. 
-Estoy hablando en serio-insistió la chica-Piénsalo. Son demasiadas coincidencias. ¿No te parece? 
-Nacimos en el mismo hospital-contestó Agnes. 
-El mismo día...Y a la misma hora...
-En los hospitales, nacen miles de niños el mismo día y a la misma hora. 
-Paula, creo que tú y yo somos hermanas. 
                          La aludida guardó silencio. No dejaba de pensar en lo que le acababa de decir Agnes. ¿Y si era cierto? ¿Y si eran hermanas? 
                         Durante el tiempo que duró la búsqueda, Paula pudo conocer mejor la vida de Agnes. 
                        Ésta le presentó a su novio. A Charlie...Llevaban saliendo poco tiempo. Pero Agnes estaba locamente enamorada de él. 
                        Nunca lo supo. Pero Charlie y Paula se enamoraron nada más verse. Se vieron en un bar situado en los alrededores de Picadilly. Paula pensó que Charlie se parecía mucho a Billy Idol, su cantante favorito. Incluso, llevaba el pelo igual que él. 
                       Charlie conocía toda la historia. Agnes se la había contado. Los dos se conocían desde que eran muy pequeños. Habían sido amigos desde siempre. El paso siguiente era hacerse novios. Y, luego, casarse. 
                        Charlie quería muchísimo a Agnes. Pero el amor que sentía por ella era el mismo que sentía por sus hermanos. No sabía cómo explicárselo a su novia. 
                         Charlie había sido el primer chico que había besado a Agnes en los labios. En un arrebato de locura, hizo mucho más que besarla en el sofá de la casa de sus padres. 
                         Durante el tiempo que duraron las investigaciones, Agnes comenzó a sentirse mal. Se desmayó mientras Paula discutía con la recepcionista del hospital donde ambas habían nacido. La mujer se negaba a que viera los archivos del día en el que las dos chicas nacieron. Agnes creía que estaba embarazada. 
                         El pensar en ello aumentaba en la chica su deseo de encontrar lo antes posible a su madre biológica. Un deseo que acabó contagiando a Paula. Tenían muchas preguntas que hacerle. Paula le dijo a Agnes que la apoyaría. Sin embargo...El bebé que podía estar esperando Agnes era de Charlie. Y no debía de sentir envidia. O dolor...Charlie era el novio de Agnes. Pertenecía a ella. A pesar de cómo la miraba. Me alegro por ellos, pensaba Paula, queriendo convencerse a sí misma de que era cierto. 
                       Habían hecho el amor en otras ocasiones. 
                      Charlie había besado a Agnes en el cuello intentando no pensar en Paula. Había acariciado su piel con las manos. Pero siempre imaginaba que estaba besando a Paula. 
                        Además del desmayo, Agnes llevaba varias semanas quejándose de lo mucho que le dolía el pecho. Para su sorpresa, un análisis al que se sometió en el Centro de Planificación Familiar la dejó desolada. No estaba esperando un hijo de Charlie. La médica que atendió a Agnes le dijo que era demasiado joven como para casarse. Su mal tenía otro origen. Y no tenía nada que ver con los bebés. 
                      Paula sintió cómo su corazón se desgarraba. Poco pudo disfrutar de Agnes. En su corazón, sabía que era su hermana. No necesitaron pruebas que se lo confirmaran. 
                      Agnes ingresó en el hospital del que nunca más volvió a salir. Charlie y Paula no se separaron de su lado en ningún momento. Toda la familia adoptiva de Agnes estuvo allí hasta el último momento. 
                       Sufriendo. Llorando a escondidas. 
                       Una soleada mediodía, Agnes acabó falleciendo. Paula creyó que moriría de dolor en aquel mismo instante. 
                       Charlie besó con arrebato los labios de Agnes después de exhalar ésta su último suspiro. Paula se abrazó al cuerpo de su hermana. El corazón de la chica había dejado de latir para siempre. 



                         La muerte de Agnes dejó a Paula y a Charlie devastados. Paula sentía que había perdido a la persona más importante de su vida. No había podido pasar mucho tiempo sin verla. Había perdido a su hermana sin tener del todo la certeza de que era su hermana. Su corazón le decía que ambas se habían gestado en el mismo vientre. Paula no se atrevió a pisar el cementerio. No quería visitar la tumba de su hermana. Agnes se había ido para siempre. No volvería a verla. No volvería a estar con ella. Y, además, estaba Charles. Charlie...
                       Lo abrazó durante el velatorio de Agnes.
                       Habían decidido que lo mejor para los dos era no volver a verse. No le habían engañado a Agnes en vida. Sin embargo, existía algo entre ellos.
                       Paula no sabía cómo definirlo. Era una fuerza extraña. La atraía hacia Charlie.
                      Sabía dónde vivía. Sabía su número de teléfono.
                       Podía llamarle. Podía ir a verle.
                      Y fue Charlie el que dio el primer paso. Estudiaban en institutos distintos. Sin embargo, una mediodía, Paula salía del instituto.
                      Vio a un joven subido en una moto. Era Charlie. Paula nunca antes le había visto con aquella moto. Él le explicó que era suya. Sin embargo, había dejado de ir en moto a todas partes. A Agnes no le gustaba.
                       Se ofreció a llevar a Paula a casa en moto. Ella aceptó.
                      Pensó que Charlie sólo quería ser amable con ella. Después de todo, de algún modo, era la hermana melliza de Agnes.
-Yo también la echo de menos-le confesó mientras arrancaba-La quiero muchísimo.
                     Charlie empezó a llamarla por teléfono. La llamaba todas las tardes.
                     Se pasaban una hora entera hablando de cualquier tema. Él iba a buscarla a la salida del instituto. Y, un día, la invitó a tomar un refresco. Paula aceptó sin pensar. En aquel momento, pensaba que Charlie y ella sólo eran buenos amigos. La muerte de Agnes estaba aún muy reciente. Solían ir a tomar algo. O iban al cine. Las amigas de Paula decían que Charlie y ella eran novios. La chica, naturalmente, lo negaba.
                      Un día, estando en un parque, Charlie le cogió la mano.
                      Paula se envaró.
-¿Te molesta que lo haga?-le preguntó Charlie.
                       Ella no supo qué responder. Tenía la sensación de que era incapaz de detener lo que sentía por Charlie. De noche, era incapaz de conciliar el sueño. Estaba convencida de que acabaría soñando con Agnes.
                      Intuía que estaba furiosa con ella. Charlie seguía siendo su novio.
                     Los padres adoptivos de Agnes no se habían puesto en contacto con Paula. No habían vuelto a verse desde el entierro. Paula no sabía si ir a verles.
                      Tenía la mente hecha un lío. Sólo sabía que estaba enamorada de Charlie. Pensaba que era el chico con el que quería estar el resto de su vida. Intuía que a él le pasaba lo mismo. Y no tardó en descubrirlo.
                    Era un sábado por la noche. Habían ido al cine a ver una película. Se llamaba Juegos de Guerra. 
-¡Ningún ordenador puede provocar una guerra!-afirmó Charlie en voz alta.
-Baja la voz-le siseó Paula.
-Lo siento.
                       Charlie no prestó atención a la película en ningún momento. Sólo tenía ojos para Paula. Pensaba en lo guapa que estaba aquella noche. La chica se envaró. La mano con la que estaba comiendo palomitas no dejaba de temblar.
                      Trató de pensar en Agnes. Lo último que quería era traicionar su memoria. Sin embargo, estaba con Charlie.
                       Y él...
                       Acabó besándola por primera vez en los labios.



                        La siguiente vez que se vieron fue en una pista de patinaje.
                        Era la primera vez que Paula patinaba.
-¡Me voy a caer!-gritaba mientras intentaba mantener el equilibrio.
                         Quería ir sola. Era más que evidente que Charlie tampoco había patinado antes. En un momento dado, los dos cayeron sobre la fría pista de hielo a la vez.
                          Charlie aprovechó aquel momento para darle a Paula un largo beso. Un beso lleno de amor...
                         A partir de aquel momento, se hicieron novios. Ya era algo oficial. Paula quería olvidar el remordimiento.
                         En su cabeza, Charlie seguía siendo el novio de Agnes. Pero él le había dicho que estaba enamorado de ella. Le gustaba hablar con ella. Le gustaba estar con ella. Era amor lo que sentía por Paula.
                        O eso pensaron los dos. La relación duró dos años. Paula era una joven chapada a la antigua. No quería entregarse a Charlie hasta no haberse casado con él. El joven respetó su decisión. Amaba con todas sus fuerzas a Paula. Hicieron muchos planes de futuro. Querían tener muchos hijos. Paula llegó a la conclusión de que Agnes la perdonaba. Y que se alegraba por ella.
                        La noche de bodas, Paula le devolvió a Charlie todos los besos que él le dio. Disfrutó al sentir sobre su piel las caricias que él le brindó.
                         Paula soñaba con ir a la Universidad. Era el sueño de Agnes. Habían hablado alguna que otra vez de estudiar Medicina. Pero no pudo ser.
                        La oscuridad se abatía sobre ella. Los médicos hablaron de los tres niños que viajaban con ella en el coche y que habían muerto en el acto.
-Pobre mujer...
-Lo malo será cuando despierte. Su familia...
-El marido acaba de fallecer.
                        Charlie estudió arquitectura. Su padre era un conocido arquitecto. Al terminar la carrera, comenzó a trabajar en su estudio. Era un joven lleno de ideas.
                         Paula acabó convertida en ama de casa. Los hijos no tardaron en llegar. Primero, nació una niña, Dawn. Después, vino el niño. Alexander...Y, finalmente, llegó otra niña. Emma...
                         Eran un matrimonio feliz. O eso era lo que Paula quería pensar. Ella era feliz cuidando de sus hijos.
                        Aquellos tres ángeles lo eran todo para ella. La hacían reír con sus travesuras.
                       Era cierto que los malcriaba. Pero eso era algo que no podía evitar.
                       Notaba que la pasión había disminuido en su matrimonio. A veces, Charlie volvía a altas horas de la madrugada. Decía que estaba trabajando.
                       Luego, le llegaron a Paula rumores de que Charlie se acostaba con otras mujeres. No ocurría siempre, naturalmente. Pero lo hacía en ocasiones.
                        No hacían el amor tan a menudo como antes. Paula llegó a agradecerlo.
                        Charlie se había convertido en un desconocido para ella. Y él, a su vez, había dejado de creer que Paula era la mujer de sus sueños. Se acabaron distanciando.
                        Paula llegaba a envararse cuando Charlie la besaba en el cuello. O cuando acariciaba su piel con las manos.
                         Cuando quisieron darse cuenta, empezaron a discutir. Y los niños estaban presentes en aquellas discusiones.
                         Recordaba que estaban discutiendo en el interior del coche. Volvían de visitar a los padres adoptivos de Paula.
                        Charlie perdió el control del volante. Paula recordaba haber chocado contra algo. No recordaba nada más.
                        No valía la pena despertar. No tenía nada por lo que vivir.
                        Escuchó jaleo a su alrededor. Alguien estaba gritando que se iba.
                        Pero Paula sentía cómo su alma se separaba de su cuerpo. Había un inmenso túnel ante ella. Una intensa luz blanca lo cubría todo.
-Paula...-la llamó alguien.
-¿Agnes?-se sorprendió la aludida.
-Te estaba esperando.
                     Paula escuchó la risa de sus hijos. Quería ir adonde estaban ellos. Poder ver de nuevo a Agnes.
                     Empezó a caminar en dirección hacia aquel túnel. Su familia estaba allí. La estaba esperando. Debía de ir adonde estaban ellos. Llamó a sus hijos por sus nombres. Dawn...Alex...Emma...
-¡Estamos con la tía Agnes!-oyó gritar a Dawn-Es muy guapa.
-Sí que lo es-sonrió Paula con alegría.
                       Su corazón dejó de latir en aquel momento. Paula se había ido para siempre.

FIN