jueves, 29 de marzo de 2012

AMOR PROFANO/AMOR Y DOLOR

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AMOR PROFANO: ARGUMENTO

Os dejo con el inicio de mi nueva historia.
Se llama "Amor profano". Es una historia que transcurre a caballo entre Inglaterra y España.
Empezamos en la Inglaterra del siglo XVIII, cuando Melanie y Chris, dos jóvenes enamorados, desafían al mundo con tal de estar juntos. Jane, la hermana pequeña de Melanie, comete el error, años después, de enamorarse de un libertino, el apuesto lord Ransom Black, que, después de ser sorprendidos en una situación comprometida, se niega a casarse con ella. La estricta familia de Jane la mete en un convento para que purgue su pecado. Años después, Melanie y Chris han muerto. Adorna, la hija de la pareja, una muchacha que ha sido presentada en sociedad, queda bajo la tutela de su tía Jane, que sigue enamorada de lord Ransom, y se va a vivir al convento con ella. La Madre Superiora descubre a lord Ransom rondando el convento y decide enviar a Jane y a Adorna a un convento en España. El país está sumido en plena guerra contra los franceses. Poco tiempo después de su llegada, las monjas acogen a un joven soldado francés, Pierre Chasseur, que ha está gravemente herido. Entre Pierre y Adorna nace una amistad que, poco a poco, irá derivando hacia algo más profundo. Surge un apasionado romance entre ellos. Jane se opone a esta relación debido a que Pierre es francés. A su vez, vive esperando a que lord Ransom vaya a buscarla. ¿Podrán ser Pierre y Adorna felices a pesar de todo lo que les separa? ¿Encontrará Jane la dicha?
Contadme si os gusta la historia. Voy a subir un fragmento.

martes, 27 de marzo de 2012

PARTICIPA EN EL CONCURSO DE RELATO CORTO

Nuestra amiga Anna, a quien le doy la bienvenida desde aquí tras unos días ausente, ha organizo un certamen de relato corto en su blog.
Desde aquí, animo a todo el mundo a participar en él. ¡Quién sabe los nuevos talentos que se pueden descubrir en él!
El plazo se abrió el 20 de febrero y termina el 20 de abril. Aún estáis a tiempo de participar en él. Os invito desde aquí a hacerlo.
El enlace para conocer las bases del concurso es éste:
http://romanceanna.blogspot.com.es/search/label/1%C2%BA%20certamen%20de%20relatos
Espero que esté bien copiado.
¡Mucha suerte a todos y participad!

sábado, 17 de marzo de 2012

CRÍTICA LITERARIA: TORMENTA DE AMORES

Le prometí a una fiel seguidora de blog y buena amiga, Anna Segura, que haría la reseña de una novela suya. "Tormenta de amores".
Me ha costado mucho trabajo poder escribir esta reseña. Pero ha sido porque los últimos días han sido muy complicados para mí a nivel personal.
Y aquí viene la reseña. Sed buenos porque es la primera reseña que hago. Allá va.

ISBN: 978-1-4710-1406-2
GÉNERO: Romance histórico.
SERIE: Independiente.
EDITORIAL: Lulú.com

Obviamente, estos datos han ido variando porque, por desgracia y por distintos problemas, Anna ha tenido que retirar sus libros de Lulú.

ARGUMENTO:

Cuando Alexandra ve morir a su padre a manos de unos forajidos, no le queda otra opción que escapar y huir de sus perseguidores para salvar su vida. Si más familia que un primo lejano, Alexandra emprenderá un largo y duro camino, que la llevará hasta tierras Españolas. Su primo, el duque de Ribeira y Oporto, es el único que la puede ayudar a descubrir porqué querían matarla. Sin embargo Arturo no es tal cual siempre había imaginado. Tras su indiferente apariencia esconde un secreto que hará peligrar su vida. Alexandra se enamorará sin conocer la tormenta de amores que puede estallar separándolos para siempre.

CRÍTICA:

Es una novela que tiene 228 páginas. O sea que es corta, pero en ningún momento se hace pesada. Te quedas con ganas de más. La acción es bastante ágil y en ningún momento se hace pesada.
Alexandra de la Petti es una joven de ascendencia española que vive con su padre en el condado de Mississipi. Una tarde, unos desconocidos irrumpen en su hacienda y torturan hasta la muerte a su padre para que revele dónde está un misterioso pergamino que ellos quieren. Alexandra es testigo de este hecho tan brutal. Confieso que lo pasé mal con ella porque se culpa así misma de lo que le han están haciendo a su padre por no poder defenderlo. Uno en su situación no sabría cómo reaccionar. El padre de Alexandra, antes de morir, le pide que vaya a buscar a su primo Arturo, duque de Ribeira y Oporto, al que ella no conoce.
Alexandra es una chica todavía muy joven y sensible, llena de inocencia, pero no duda a la hora de emprender un viaje ella sola hacia un lugar que no conoce para pedir ayuda al único pariente que le queda y al que tampoco conoce. Me pareció muy valiente ese gesto. Durante el trayecto, la diligencia en la que viaja es asaltada por unos bandoleros y ella queda prendada de su líder, un tal León, que lleva el rostro tapado por un sombrero. Y éste, a su vez, también queda prendado de ella.
Alexandra llega a "EL OLIVO", la hacienda de Arturo que se encuentra en algún lugar de Andalucía. Este hombre vive resentido con el mundo después de haber sufrido un desengaño amoroso y se parapeta tras una fachada de dureza y de frialdad. A pesar de todo, accede a acoger a su prima en su casa. Pero se porta con mucha frialdad con ella, marcando las distancias. Me ha recordado mucho a las novelas históricas clásicas. Sobre todo el carácter de él, que es muy cabezota. No quiere que Alexandra sufra y tampoco quiere sufrir él. Siente celos ante la incipiente amistad de la chica con Andrés, el nieto de su vecino, lord Jaime Montenegro. Me ha llamado la atención que a un terrateniente español se refiera a él como lord. Lo he visto raro. Esto no importa porque Jaime Montenegro es un personaje bastante interesante porque le mueven intereses ocultos.

Alexandra empieza a sentirse atraída por su primo. He visto pocas novelas que traten el tema de la relación entre primos y en ésta está bien contado. Arturo se siente culpable por amar a Alexandra porque es joven, inocente y es su prima. Sobre todo, porque son familia. Alexandra quiere destruir la fachada de dureza bajo la que se parapeta Arturo para no volver a sufrir. Discuten y mucho. Es una relación intensa que se va cuajando poco a poco. Pero hay otra persona en discordia y ésa es León, el bandolero al que Alexandra conoció camino del "OLIVO".
Se siente atraída por él. Las chispas saltan entre ellos nada más conocerse. León le ofrece su ayuda para encontrar a los asesinos de su padre. No quiere aprovecharse de la inocencia de Alexandra, pero se siente atraído por su belleza y por su carácter determinado. Y ella, a su vez, se siente atraída por ese misterioso bandolero que la saca de sus casillas cuando se ven y del que no sabe nada.
A lo largo de la novela, te preguntas el porqué quieren tanto un pergamino hasta el punto de acabar con la vida de una persona. Qué intereses ocultos tiene Jaime Montenegro. ¿Con quién va a terminar Alexandra? ¿Con su cabezota primo Arturo o con el misterioso León?
Es un libro con muchas sorpresas en el que nada ni nadie es lo que parece y que mantiene la emoción hasta el final.
El comportamiento de Alexandra en algunos momentos (como cuando se enfada por no poder montar el caballo de su primo) puede parecer infantil. Pero hay que pensar que es sólo una chiquilla de diecisiete o dieciocho años con un carácter que se está formando. En otras ocasiones, sorprende por su decisión a la hora de pedir ayuda a un bandolero para encontrar a los asesinos de su padre. Y por cómo decide emprender en solitario un largo viaje mientras lucha contra el dolor y el sentimiento de culpa por no haber podido salvarle la vida a su padre.

OPINIÓN:

Es un libro que vale la pena leer. Al menos, en mi opinión. Tiene mucho misterio. ¿Para qué se mata por un viejo pergamino? ¿Quién es el misterioso León? Los tira y afloja entre León y Alexandra son muy buenos y hay mucha química entre ellos, así cómo la relación entre Alexandra y Arturo, llena no de odio, pero sí de tensión por las pajas mentales de él, y de amor que va surgiendo poco a poco, recuerda a novelas románticas clásicas. No hay muchos personajes. Los justos y cumpliendo muy bien su papel. Es mejor pocos personajes que muchos que estén ahí de comparsa sin hacer nada. Eso me ha gustado mucho. Te emocionas. Hay mucho amor contenido por miedo. Y uno se pregunta si Arturo va a ser tan idiota como para dejar escapar a Alexandra. Lo siento. Pero me han dado ganas de gritarle: "¡ESPABILA, TÍO!" Aunque si te han hecho daño, es lógico que no quieras volver a sufrir. Y parece que hay algo o alguien que amenaza a Arturo. Y no quiere que le hagan daño a Alexandra. El amor, en ocasiones, es mucho más complicado que un "te quiero/no te quiero".
¿Algún contra? Sí. Uno. Algunos errores ortográficos. "Vaya" del verbo ir se escrito como "valla". Pero eso se puede pasar por alto si la novela te entretiene y te emociona. A mí, personalmente, me ha emocionado.
Y espero que Anna, en sus próximas novelas, siga manteniendo el listón tan alto.
PUNTUACIÓN: 9,5.

CON EL CORAZÓN ROTO 119

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jueves, 15 de marzo de 2012

HISTORIA DE DOS HERMANAS 9

La casa en la que vivían las hermanas Allen era bastante vieja. Sarah decía que se vendría abajo un día de éstos. Brigitte, por el contrario, creía que lo que necesitaba su casa era unos arreglos. Pero el señor Allene estaba chapado a la antigua. Desconfiaba de los avances científicos. Veía con malos ojos todo lo que estaba oyendo. La electricidad...El vapor...
Sarah le decía que había que ir con los nuevos aires que soplaban. Pero el señor Allen se oponía. La chimenea estaba encendida todo el día. De noche, para moverse por la casa, se usaban velas. Sarah decía que vivían en la casa ideal para la nueva novela de su autora favorita. Mary Shelley. Se llamaba "Frankenstein". Contaba la historia de un científico que creaba un monstruo a partir de restos de cadáveres que desenterraba en el cementerio. Se la había leído a Brigitte en voz alta. Para su sorpresa, a su hermana mayor le había gustado. Creía que le iba a dar miedo.
El señor Allen había oído que un joven italiano había logrado reanimar durante unos segundos a un criminal que acababa de ser ejecutado. Había utilizado la electricidad para conseguirlo.
-Algún día, todo se hará con electricidad-afirmaba Sarah-No se necesitará velas para iluminar una habitación. O no se encenderá más la chimenea.
El señor Allen creía que su hija menor desvariaba. Pero lo cierto era que había mucha gente que se sentía interesada por aquellos experimentos. Y quería llevarlos a cabo. ¿Qué era lo que querían?, se preguntaba. ¿Resucitar a todos los criminales de Gran Bretaña? Sus hijas le escuchaban hablar. Y se reían.
Pero la verdad era que Sarah sufrió pesadillas tras enterarse del experimento del preso ejecutado que había vuelto a la vida. Creía que se colaría en su casa. Y que acabaría con todos los que allí vivían.
Sarah estuvo varios días sin conciliar el sueño. Por supuesto, no le comentó nada de esto a Brigitte. No quería oír sus burlas.

miércoles, 7 de marzo de 2012

HISTORIA DE DOS HERMANAS 8

Sarah contaba los días que faltaban para viajar a Dublín.
¿Por qué el tiempo pasaba cada vez más despacio?
El sueño de su vida era casarse por amor, pero su familia parecía haberse compinchado para obligarla a casarse con Luke Kirkcaldy. ¡Eso era lo último que quería! ¿Qué puedo hacer?, se preguntó Sarah. Se paseaba de un lado a otro de la habitación.
Se detuvo. Se dejó caer en la cama.
En cuanto lleguemos a Dublín, todo cambiará, pensó Sarah. No estaría tan controlada por sus padres. Y, con un poquito de suerte, Brigitte encontraría un buen partido y se casaría. Entonces, con el ajetreo de los preparativos de la boda, Sarah gozaría de mayor libertad.
Se rió con nerviosismo.
Sabes que eso no va a pasar, pensó.
A veces, los vecinos creían que ella era mayor que Brigitte. Su hermana apenas le llegaba al hombro.
Sin embargo, Brigitte era mucho más madura que Sarah. A veces, su hermana creía que sentía celos de ella. Como la vez que fue a contarle a sus padres que la había visto besándose con un caballero con fama de libertino durante el descanso de una obra de teatro. Sarah se enfadó con Brigitte. Dejó de hablarle durante varios días. La llamó "solterona amargada". Una punzada de miedo se apoderó de Sarah. Ella también podía seguir los pasos de Brigitte.
Sarah no se ajustaba a los cánones de belleza de la época. Pero había logrado convertirse en todo un éxito. Era todo lo carismática que no era Brigitte. Deslumbraba allá por donde pasaba. Algo que no ocurría con Brigitte. Sarah era todo lo que Brigitte no podía o no quería ser.
Sarah se frotó las sienes.
Sus pensamientos la llevaron hasta Luke Kirkcaldy. Él estaba interesado en ella. Pero sólo veía en ella un envoltorio hermoso. No quería ver su personalidad.
Lo cual la llevaba a otra cuestión que no quería tratar. Era su segunda temporada y era posible que aparecieran otras damas. La eclipsarían. Nadie querría proponerle matrimonio. Y menos después de haber rechazado ofertas. ¡Cinco ofertas de matrimonio había rechazado! Y era de caballeros aristocráticos y prósperos terratenientes. Sus padres estaban enfadados con ella. Decían que seguía los pasos de Brigitte. Quedarse soltera.
Yo sólo quiero casarme por amor, pensó Sarah. ¿Y si nunca me caso porque estoy aferrada a una fantasía absurda? El amor no es absurdo.
Unos golpes en la puerta sacaron a Sarah de su ensimismamiento.
-Adelante-invitó.
La puerta se abrió y entró una criada.
Le comunicó que la cena se estaba sirviendo en el comedor. De buena gana, Sarah no habría bajado. No quería acabar discutiendo con sus padres o con Brigitte.
Sin ánimos de empezar una discusión, decidió que lo mejor que podía hacer era bajar a cenar.
Salió de la habitación. Cerró la puerta.
Había oído a los vecinos hablar de ella en alguna que otra ocasión.
Decían que leía demasiadas novelas románticas. Y que la lectura de aquella "bazofia", como la llamaban, le había secado el cerebro. Y quizás estaban en lo cierto. Porque Sarah vivía esperando un amor parecido al que se relataba en aquellas novelas. Un caballero de brillante armadura aparecería. Y la reclamaría como suya. Pero los caballeros de brillante armadura no existían en el mundo real.
Y había demasiados sinvergüenzas en el mundo disfrazados de Príncipe Azul.
Sarah suspiró antes de descender por la escalera.

CON EL CORAZÓN ROTO 101

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HISTORIA DE DOS HERMANAS 7

Un carruaje se detuvo delante de la Iglesia de Saint Canice. Los Allen descendieron de su interior.
Se metieron dentro del Recinto Sagrado. Sarah hizo un mohín de desdén al ver a Luke Kirkcaldy en su interior. Estuvo a punto de salir corriendo cuando vio que su familia iba directamente hacia él. Se iban a sentar juntos.
-La señorita Sarah está muy hermosa esta mañana-la aduló Luke.
Sarah no lo miró y tampoco le respondió. Tomaron asiento en el mismo banco. Por fortuna, Luke se sentó al lado de la señora Allen. En el otro extremo del banco. Al lado de Sarah se sentó Brigitte.
-Esto es una encerrona-le siseó a su hermana-Lo habéis planeado vosotros.
Brigitte le juró a su hermana que ella no sabía que iban a sentarse al lado de Luke. Le costó trabajo retener a su hermana porque Sarah estaba dispuesta a irse.
-Por favor-le rogó-No discutamos aquí.
-Está bien-cedió Sarah.
Las dos iban vestidas de negro. Un chal cubría sus cabezas. Empezó la misa cuando Sarah se agachó a recoger su misal, que se le había caído. Lo abrió y trató de prestar atención a lo que estaba diciendo el sacerdote. Luke no paraba de mirarla y ella estaba empezando a ponerse nerviosa.
-¿Por qué no me deja tranquila?-se preguntó en voz baja.
En silencio, Brigitte pedía por el viaje que emprendería su familia a Dublín en breve.
Le pedía perdón a Dios por sentir celos de su hermana. Le pedía perdón a Dios por desear ser tan hermosa como lo era Sarah. Le pedía perdón a Sarah por sus celos. Por presionarla.
Cuando llegó la hora de comulgar, Brigitte se levantó y fue a ponerse en la cola. Sarah la siguió. Le temblaban las manos de tal manera que el rosario se le cayó varias veces al suelo. Sabía que habría broncar nada más llegar a casa. Se negó a darle la paz a Luke. Sarah estaba a punto de desmayarse cuando el sacerdote le dio la comunión.
-Siéntate-le dijo su hermana.
Y la hizo sentarse en el primer banco.
Cuando regresó junto a sus padres, éstos le preguntaron por Sarah. Brigitte le contestó que se había mareado y que estaba sentada en el primer banco.
-¡Qué rara que está!-murmuró la señora Allen.
-Espero que la mujer más bella de la ciudad se encuentre bien-dijo Luke.

HISTORIA DE DOS HERMANAS 6

-¿Qué te pasó el otro día?-le preguntó el señor Allen a Sarah-Vino a verte el señor Kirkcaldy. Y tu hermana bajó y nos dijo que no te encontrabas bien.
-Me dolía un poco la cabeza-respondió Sarah. Era mentira, por supuesto-Así que decidí acostarme un poco. ¿Por qué lo preguntas?
-El señor Kirkcaldy quiere verte-contestó el señor Allen-Ese hombre está interesado en ti.
-Pero yo no estoy interesada en él-replicó Sarah.
-Es un buen partido-insistió la señora Allen.
-¿Lo ves?-dijo Brigitte-Todo el mundo te lo dice. Apuesto a que Alex también te lo dice.
Sarah elevó la vista al cielo como pidiendo paciencia. Estaba sentada a la mesa con su familia a la hora del desayuno. Con gesto obstinado, untó su tostada con mantequilla. Vio cómo Brigitte bebía un sorbo de su vaso de zumo. El señor Allen leía el periódico al mismo tiempo que daba sorbos a su taza de café. Miraba a su hija menor por encima del periódico.
-Conseguir marido en la segunda temporada es más difícil que conseguirlo en la primera-aseguró la señora Allen.
Le dio un mordisco a su tostada.
Sarah bufó de una forma indigna de una dama.
-Sarah-la regañó Brigitte.
La aludida le dio un gran mordisco a su tostada y fulminó con la mirada a su hermana.
-Tienes que saber cómo comportarte-insistió Brigitte-Ya has sido presentada en sociedad.
La idea de casarse con Luke Kirkcaldy asustaba a Sarah. No habría amor en aquel matrimonio.
-Os agradezco que os preocupéis por mí-dijo la joven-Pero sé bien lo que hago.
-Ése es el problema-afirmó Brigitte-Que crees saberlo todo y te niegas a escuchar a los demás.
-Porque no tienen razón los demás.
Un rato después, Sarah salió al jardín a dar un paseo. Tenía la sensación de que la cabeza le iba a estallar. Se frotó las sienes.
Oyó cómo alguien se acercaba a ella por detrás. Se dio la vuelta y vio cómo Brigitte corría hacia ella.
Lo último que quería era escuchar los consejos de su hermana mayor porque no pensaba seguir ninguno.
-Mamá tiene razón-dijo Brigitte-Cuesta mucho conseguir una oferta de matrimonio en una segunda temporada. Te lo digo por experiencia. No he conseguido ninguna. Pero tú has rechazado varias.
-Mamá y tú os equivocáis-replicó Sarah-Puede que haya alguien especial esperándome en Dublín.
-Un buen partido, supongo.
-O el mendigo del teatro. Cualquiera saber.
-Te tienes que casar con un buen partido. Con alguien rico y con un título, a ser posible. Así podrás llevar una buena vida. Es el sueño de toda joven.
-No es mi sueño.
-Lo sería mío. De poder cumplirse. Pero eso no va a pasar.
-Podría ocurrir.
-Es mejor proyectar mi sueño en ti que esperar a que se haga realidad en mí.
Los ojos de Brigitte se llenaron de lágrimas. Sarah se sintió culpable por hacer enfadar a su hermana.
La cogió del brazo mientras caminaban. Sarah sabía que Brigitte tenía sus propios sueños y que se sentía impotente por no verlos realizados. Algunas noches, Sarah oía llorar a su hermana. Y se sentía culpable por ser tan egoísta. Pero tenía que serlo si quería salirse con la suya.
-Deberías de ser más optimista-le sugirió-Y pensar que alguien muy especial puede estar esperándote en Dublín. Ya escuchaste lo que dijo la modista. Eres muy guapa y deberías de acompañarme.
-Iré a Dublín con vosotros, pero no pienso ir a ninguna fiesta-afirmó Brigitte.
Sarah frotó con cariño el brazo de su hermana. Brigitte, a pesar de que lo disimulaba, podía ser tan terca como ella. Interiormente, Sarah se alegraba. Una mujer debía de ser fuerte. La vida podía ensañarse con ella. Y era su obligación plantarle cara.
-Si te arreglas un poco, darías una sorpresa-le aconsejó a Brigitte-Aunque no quieras verlo, eres tan hermosa como yo. O más. Piénsalo.

martes, 6 de marzo de 2012

CON EL CORAZÓN ROTO 100

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HISTORIA DE DOS HERMANAS 5

La modista fue a tomarle medidas a Sarah a la tarde siguiente. La joven quería comprarse ropa nueve y no iba a esperar a llegar a Dublín. La modista le prometió que confeccionaría para ellas vestidos que iban a la moda.
-¿De cintura alta?-inquirió Sarah.
-Así es-contestó la modista-Y de escote bajo. Es lo que se lleva ahora.
-¡Gracias!
-Pero tape un poco-sugirió la señora Allen.
La mujer no estaba de acuerdo con aquella moda de vestir como las damas de la Antigüedad y enseñar carne.
La modista miró a Brigitte.
-¿No piensa comprar ropa nueva?-inquirió.
-¿Para qué?-contestó Brigitte.
-¡Niña!-la regañó su madre.
La modista observó a Brigitte.
La joven era guapa, pero no poseía la espectacular belleza de Sarah. Si quería, podía atraer la atención de cualquier hombre. Su moño no era tan a la moda como lo era el de Sarah. Pero su porte era mucho más elegante que el de su hermana. Llevaba puesto un vestido de color azul a la moda, aunque más recatado.
-Ese vestido hace juego con el color de sus ojos, señorita-observó la modista-Debería de comprar tela azul. Yo le confeccionaría unos vestidos preciosos.
Brigitte no supo qué responder. A decir verdad, la moda le importaba bien poco. Vestía como quería su madre cuando lo que de verdad quería era desaparecer del mapa.
-Aún es joven-insistió la modista-Puede casarse. Puede tener hijos.
Brigitte iba camino de convertirse en una solterona amargada. Y ella no era nada de eso.
En su fuero interno, lo sabía. Pero parecía que se había resignado a su suerte.
En cambio, Sarah estaba encantada con su vida. Miraba y volvía a mirar las telas que le enseñó la modista.
-¡No sé por cuál decantarme!-comentó.
Revolvía entre las telas y pedía consejo a su madre. La señora Allen creyó que las telas que le gustaban a su hija eran todas demasiado llamativas, muy impropias de una señorita.
-Tendrías que buscar telas más claras-le aconsejó.
-Mamá, tengo diecinueve años-le recordó Sarah-Y estoy a punto de hacer mi segunda temporada.
-Aún eres muy joven y deberías de seguir vistiendo como hasta ahora. Aunque no me hagas caso.
-Ya no soy una debutante.
-Eso es lo que más me preocupa.
La modista tomó medidas de Sarah. El pecho...La cintura...Lo apuntó en un cuaderno de notas. La señora Allen le contó lo que quería. Vestidos de día... Vestidos de noche...Enaguas...Medias...Calzones...Ropa interior...
Sarah no paraba de parlotear. El año anterior, había conocido a mucha gente. Y toda ella le había parecido interesante. Había asistido a muchos bailes. Y su libreta de baile siempre estaba llena. Escuchándola, Brigitte sintió celos. Imaginaba escenas románticas en un balcón. Escenas que ella nunca viviría.
-Me extraña que este año haya temporada social-comentó-¡Con los problemas que hay en Inglaterra!
-Eso no nos afecta-le recordó Sarah.
-Pasemos con usted-dijo la modista mirando a Brigitte.
La joven se preguntó a qué se refería.
-Tenemos que equiparla bien-dijo la modista-Como hemos hecho con su hermana.
En un primer momento, Brigitte se negó. Le recordó que la que iba a pasar su segunda temporada era Sarah. Pero la señora Allen quiso que su hija mayor también fuera equipada.
-Necesitas ropa nueva-le dijo.
Y le comentó a la modista lo que quería para Brigitte.
-Vestidos de día...-dijo.
Ella no quería formar parte de aquel asunto. Sólo quería permanecer encerrada en su habitación de por vida. Jamás sería tan ingeniosa y aguda como lo era Sarah. ¿Por qué no la dejaban en paz? Quería estar sola.
-Este año, no me vas a dejar sola-le dijo Sarah-¿Verdad que no?
Al final, Brigitte tuvo que ceder. Nunca se había rebelado contra su familia y no iba a empezar a hacerlo ahora. Le dijo a Sarah que la acompañaría a todas partes si ése era su deseo.
-Vosotras dos os casaréis este año-anunció la señora Allen-Quiero que me hagáis abuela pronto.
-¿Y no puedes dejar que siga con mis planes?-exigió Brigitte.
-Tus planes son descabellados, hija mía, y me opongo rotundamente a ellos.

HISTORIA DE DOS HERMANAS 4

Sarah se despertó temprano aquella mañana. Decidió tomar un largo y prolongado baño. Mientras una criada llenaba la bañera de porcelana portátil, Sarah se desnudó. Se metió en el agua caliente.
Echó sales al agua y, tras frotarse el cuerpo con energía, permaneció en el agua un buen rato.
Salió de la bañera. Su doncella la envolvió en una toalla.
Sarah se secó.
-¿Y mi hermana?-inquirió-No la he visto.
-La señorita Brigitte se levantó temprano-contestó la doncella-Y ha salido a dar un paseo a caballo.
La mujer fue hacia el armario y lo abrió. Sarah se decantó por un vestido de color rojo oscuro.
-Me encanta este vestido-afirmó.
-El color rojo es el color de las pecadoras-comentó la doncella.
Pero Sarah ignoró aquel comentario que le parecía ofensivo. No podía despedir a la doncella porque ésta cumplía con su trabajo y era buena. Pero tenía ganas de pegarle con el vestido por criticarla.
Sarah tenía fama de ser muy coqueta. Sus padres tenían que estar constantemente alejándola de tipos poco recomendables. La doncella de Sarah le estaba cepillando el cabello y se lo recogió en un moño. Le cepilló el pelo con tanta energía que acabó arrancándole unos cuantos mechones.
Sarah se quejó.
-No se mueva-le regañó la doncella.
En el cristal del espejo aparecieron los bellos rasgos de Sarah. Sonrió al pensar en la temporada social. Sarah era plenamente consciente de su belleza y no dudaba en explotarla cuando llegaba el momento.
La doncella seguía cepillándole su enmarañado cabello con energía y Sarah seguía quejándose. Le dijo que iba a quedarse calva. La doncella ocultó los mechones de pelo que le había arrancado sin querer.
-Lo que no debe de hacer es huir de las atenciones del señor Kirkcaldy-le exhortó-Es un buen partido. Mucho mejor de los que va a encontrar en la capital.
-¿Tú también?-se enfadó Sarah.
-Lo que queremos es que haga una buena boda, señorita, y no se quede soltera, como le va a pasar a su pobre hermana.
Sarah pensó que encontraría a alguien mucho mejor que Luke con su gran belleza. Su barbilla estaba ligeramente cuadrada. Lo cual hablaba de su carácter obstinado.
-Espero que le llegue el moño hecho hasta el mediodía-le dijo.
-Eso no va a pasar-auguró Sarah.
Y sonrió.
El cabello de Sarah era tan rebelde que siempre se acababa soltando.
-Espero que hoy haga una excepción, señorita-dijo la doncella-Las damas como usted tienen que llevar moño.
Sarah puso en duda aquella afirmación. Creía que a ella le sentaba mejor el cabello suelto que recogido. Y pensaba soltárselo dentro de un rato para fastidiar a su doncella.
Sarah era mucho más alta que Brigitte, que era más bajita. Comparada con su frágil hermana mayor, Sarah era más fuerte.
Se encontró con Brigitte en el pasillo.
-El señor Kirkcaldy ha venido a verte-le informó.
-¿Cómo?-se indignó Sarah.
-Está hablando en el salón con papá.
Se le escapó un mechón de su apretado moño. Empezó a retorcérselo con gesto nervioso.
-Dile que no estoy-le pidió a Brigitte.
-¡No puedo hacer eso!-protestó la joven.
-Lo harás porque te lo he pedido yo.
Los ojos de color azul cielo de Sarah brillaron de impaciencia y de indignación.
Brigitte admiró el vestido que llevaba puesto su hermana. Pero, una vez más, le pareció demasiado escotado para su gusto.
-Está bien-accedió Brigitte-Ya veré lo que me invento. Sarah, piénsalo bien. Es tu segunda temporada.
-Me casaré en esta temporada-le prometió su hermana-Tengo un pálpito, Brigitte. Voy a encontrar el amor de mi vida en Dublín.
Dicho esto, fue directa a encerrarse en su habitación.

lunes, 5 de marzo de 2012

CON EL CORAZÓN ROTO 99

No me olvido de la historia de Olivia y Jack. Y aquí os dejo con otro trozo. Espero que os guste.

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HISTORIA DE DOS HERMANAS 3

Sarah pasó gran parte de la tarde siguiente lanzando piedras al río Nore. No quería ver a nadie y prefería estar sola.
Acabó sentada a orillas del río. Oía cómo el agua le susurraba algo que ella no entendía.
-Tu lugar no está aquí-parecía querer decirle el agua-Tu lugar está en otra parte.
Sarah se frotó las sienes.
¿Tan horrible es que quiera casarme por amor?, se preguntó Sarah.
Se sobresaltó al escuchar unos pasos detrás de ella. Se dio la vuelta sin levantarse del suelo. Era Alexandra. Se puso de rodillas a su lado.
-¿Qué estás haciendo aquí?-le preguntó Sarah.
-He ido a tu casa-respondió Alexandra-Brigitte me dijo que habías salido. Supuse que habrías venido aquí. Es uno de tus lugares favoritos.
-Necesitaba estar sola.
-¿Puedo saber qué te pasa?
-Tengo la sensación de que estoy perdiendo el control. ¡Mi hermana habla de casarme con Luke Kirkcaldy!
-No es un mal partido.
-¡Pero no le amo! ¿Tan malo es que quiera casarme por amor?
-La gente como nosotras no se casa por amor.
-Lo sé. Pero yo no soy como el resto. Necesito amar al hombre que va a ser mi marido. Y que éste, a su vez, también me ame.
-Ven a dormir a mi casa esta noche. Podremos hablar largo y tendido hasta el amanecer.
Sarah declinó la oferta porque no quería que Alexandra la presionara. Ella también estaba a favor de su eventual boda con Luke.
Cogió una piedrecilla. La arrojó al río. Oyó cómo la piedrecilla caía al agua.
Fogosa y tozuda. ¿Quién la habría descrito así? ¿El maestro de ceremonias de Dublín? ¿Brigitte? ¿Alexandra? El moño que lucía Sarah estaba a punto de soltarse. Tenía el pelo muy rebelde. Una de sus institutrices dijo que su pelo era una muestra de su carácter.
Sarah era coqueta por naturaleza. Le gustaba arreglarse y verse guapa. Pasaba muchas horas delante de su tocador peinándose y arreglándose.
Aquel año, no hubo verano.
-Las cosas se han calmado-comentó Alexandra-Pero sigue habiendo mucha crispación en el ambiente.
Se sabía que había habido disturbios tanto en Inglaterra como en Francia. El frío del invierno había destruido muchas cosechas. Se pasaba hambre.
-No nos libraremos de la hambruna-auguró Alexandra-Se avecinan tiempos difíciles. Para todos.
Se decía que la culpa la tenían las erupciones volcánicas. Hacía muchos días que no se veía el Sol. No hacía calor. Eran las cuatro de la tarde. El cielo estaba completamente oscuro. Parecía que era ya de noche.
-Volvamos a casa-sugirió Alexandra.
Luke me desea porque soy joven y hermosa, pensó Sarah. No está enamorado de mí. Si me toma entre sus brazos, le rechazaré. Porque no puedo estar con alguien a quien no ame.
Se soltó finalmente el cabello y dejó que sus rizos flotaran al viento. Parecía un ser sobrenatural. Se había rizado el cabello aquella mañana con la ayuda de Brigitte.
-Es una pena que estos rizos no sean naturales-se lamentó Sarah.
La naturaleza de Sarah era salvaje e impetuosa. Pero Alexandra veía cómo un aura de tragedia iba rodeándola. Y Sarah no era consciente de eso.
Brigitte estaba escribiendo en su diario. Estaba sentada en el escritorio que estaba junto a la ventana de la habitación que compartía con Sarah. Vio cómo ésta regresaba a casa. No volvía sola. Alexandra la acompañaba. Las dos no hablaban. No volvían como otras veces. Charlando de forma animada. Las preocupaciones de Sarah eran mucho más profundas.
Me preocupas, hermanita, pensó Brigitte.

HISTORIA DE DOS HERMANAS 2

Los Allen estaban preocupados por sus hijas.
Daban por sentado que Brigitte nunca se casaría. Pero era Sarah quien les preocupaba. Su alocada hija podía terminar mal. Recibió varias ofertas de matrimonio durante su primera temporada.
Las rechazó todas.
Decía que sólo quería casarse por amor. ¿No se daba cuenta de que iba a seguir los pasos de su hermana? ¿Acaso quería acabar soltera?
¿Quería acabar como Brigitte?
Sarah estaba entusiasmada pensando en su segunda temporada en Dublín. Iría a muchas fiestas. Se divertiría mucho. Y coquetearía también mucho. Brigitte ya no iba a fiestas. No quería quedarse sentada en una silla mirando cómo otros bailaban. Por eso, se negó a acompañar a su hermana y a sus padres a todos los bailes a los que éstos iban invitados. Quería a Sarah y se alegraba de su éxito. Pero no quería sufrir más humillaciones.
Las dos estaban en el jardín. Estaban sentadas en sendas sillas mientras tomaban el fresco. Sarah rompió en mil pedazos la carta que estaba leyendo.
-¡No le soporto!-masculló-¡No le soporto!
-¿A quién no soportas?-preguntó Brigitte.
-A Luke Kirkcaldy.
Entonces, Brigitte supo el porqué su hermana había roto la carta que estaba leyendo. Era una carta de amor que había escrito su vecino.
-¿Por qué no le das una oportunidad?-le sugirió.
-Porque no estoy enamorada de él-contestó Sarah.
-Pero él sí está enamorado de ti.
-Empiezo a pensar que en eso estás equivocada.
-¿Por qué dices eso?
-Sólo quiere tener hijos.
Luke Kirkcaldy era el vecino solterón de los Allen. En los últimos años, se sentía más viejo y cansado. Tenía la edad suficiente para ser el padre de Sarah. Jamás se había interesado en casarse hasta que cayó enfermo. Sífilis, decían las lenguas viperinas. Una neumonía, decía él. Entonces, cuando se recuperó, decidió que ya era hora de sentar la cabeza. Y decidió casarse.
Sarah Allen podía ser la mujer ideal para convertirse en su esposa.
Le gustaba su carácter apasionado. Además, estaba seguro de que podía llegar a domarlo.
Aquella tarde, vestida con un vestido de color rojo oscuro en contraste con el blanco de la silla de jardín, Sarah estaba muy atractiva. Era un vestido nuevo. Se lo había confeccionado la modista de la ciudad.
-¡Jamás me casaré con él!-afirmó Sarah-¡Jamás!
-Es rico-le recordó Brigitte.
-¡Me da igual! ¡Si viene a vernos, no saldré a recibirle! ¡Que haga como que me he muerto!
-Es alto y apuesto. Te trataría con mucha consideración en el lecho. Me parece un buen hombre. Quizás sea demasiado serio para mi gusto. Pero creo que te trataría con respeto. ¿Por qué no le das una oportunidad?
Sarah se puso de pie. Comenzó a pasear se un lado a otro del jardín.
El viento se llevó los trozos de la carta rota.
-No puedo hacer eso-dijo-Iría contra mis principios.
Brigitte la miró con consideración. Sarah debía de entender que el amor no existía.
-Podrías intentarlo-le sugirió Brigitte a su hermana-Antes de que nos vayamos a Dublín.
Sarah se detuvo delante de su hermana.
-No puedo-repitió.
Se metió corriendo dentro de la casa. Tenía muchas cosas en las que pensar.
Conocía de sobra cuál era su papel en la vida. Tenía que casarse. Y tenía que casarse bien. Y tenía que dar a luz a muchos hijos. A ser posible, esos hijos debían de ser varones. Eso era lo que Luke Kirkcaldy quería de ella. Lo que querían de ella los caballeros que le propusieron matrimonio en Dublín. Pero eso no era lo que quería Sarah.
Irlanda no era el fin del mundo. Ella soñaba con viajar. Quería vivir muchas aventuras.
Lo único que los hombres ven en mí es mi belleza, pensó Sarah. Y la desolación se apoderó de ella.

HISTORIA DE DOS HERMANAS

Voy a colgar el inicio de una historia muy corta que terminé hace algún tiempo. Guarda relación con "CON EL CORAZÓN ROTO", ya que es la historia de Sarah y Brigitte Allen, madre y tía respectivamente de Olivia O' Hara.
Eso no significa que haya terminado con la historia de Olivia. Nuestra heroína tiene que darnos muchas sorpresas que iréis viendo poco a poco.
Espero que os guste. Y os animo a que la comentéis.

KILKENNY, PROVINCIA DE LEISTER, IRLANDA, 1816

Sarah Allen era la menor de las hermanas Allen. Tenía diecinueve años. Y se había convertido en una belleza. En breve, empezaría su segunda temporada en Dublín. Y, a decir verdad, estaba muy nerviosa.
Sentada en su cama, su hermana mayor, Brigitte, observaba cómo Sarah se cepillaba su cabello. Sarah tenía un pelo de un precioso color caoba brillante, largo y espeso. Brigitte acababa de cumplir veintidos años. Iba camino de convertirse en una solterona. Sarah hablaba de rizarse el pelo. Comparada con su hermana menor, Brigitte no era ninguna belleza. Tenía el pelo de color rubio muy claro que palidecía en comparación con Sarah.
-¿No te hace ilusión ir a Dublín?-le preguntó su hermana.
Se giró en la silla para mirarla. Dejó de peinarse, pero no soltó el cepillo.
-Si voy a Dublín será para buscar trabajo-respondió Brigitte-No quiero depender de papá.
Sarah se echó a reír porque le hacía gracia el comentario que había hecho su hermana.
A Sarah le llovían los pretendientes. Éstos se acercaban a ella atraídos por sus ojos, ligeramente almendrados en su forma y de un hermoso y llamativo color azul cielo. Los ojos de Sarah fueron bautizados, cuando fue presentada en sociedad en Dublín, como los ojos más bellos de toda Irlanda. Desde entonces, ostentaba con orgullo aquel título.
Sarah era una buena chica, pero tenía el defecto de ser terriblemente caprichosa. También era una joven fuerte y decidida. Tanto ella como Brigitte se parecían en algunos aspectos. Las dos poseían unas facciones delicadas y adorables. Sin embargo, Sarah se negaba a parecerse a su hermana.
-¿Y por qué quieres trabajar?-quiso saber.
Los ojos de Sarah brillaron como una joya al pensar en lo que le esperaba en Dublín.
-Jamás me casaré-contestó Brigitte.
No había amargura en el tono de su voz, sino la sensación de que aquél era su sino. Estaba pensando en buscar trabajo como dama de compañía. Lo último que quería era depender de su padre de forma económica.
Sarah se sentó junto a ella en la cama.
-No hables así-le exhortó-Piensa que hay un hombre ahí fuera que te estará esperando.
-A mí nadie me ha besado todavía-le recordó Brigitte-No como a ti.
-Pero eso no significa nada.
Era imposible parecerse a Sarah porque sólo había una en este mundo.
-Venga, salgamos a dar un paseo-la invitó su hermana-Es deprimente estar aquí todo el día encerrada.
-No me apetece mucho salir-replicó Brigitte.
-El aire de la calle te hará bien. ¡Vamos!
Sarah obligó a su hermana a ponerse de pie. Tras coger sus parasoles y ponerse sus sombreros, salieron a la calle. No pensaban estar mucho rato fuera.
Las cejas de Sarah eran finas y graciosas. Al salir a la calle, la mirada de un mendigo se posó en ella. ¡Era tan hermosa!
-¿Adónde vamos?-le preguntó Brigitte.
-A cualquier parte-respondió Sarah-Disfrutemos del pueblo por última vez. Nos habremos ido en unos días. No sé si volveremos.
-Yo sí volveré.
Sarah negó con la cabeza. Con un poco de suerte, Brigitte también encontraba el amor en Dublín. Era cuestión de intentarlo.
La mirada de Sarah era vivaz y alegre, muy propia de aquellos que sienten una gran pasión por la vida. Su nariz era respingona y su boca carnosa siempre tenía dibujada una sonrisa perenne. Estaba segura de que su segunda temporada en la capital iba a ser igual que la primera. Es decir, un éxito.
Sarah vestía de manera escotada en muchas ocasiones, lo que le permitía mostrar parte de sus perfectos y firmes pechos. En cambio, Brigitte vestía de una manera más recatada.
-Deberías de enseñar un poco más de carne-le aconsejó Sarah.
Otras veces, Sarah se ponía pantalones, que resaltaban sus piernas, esbeltas y bien torneadas.
-A mí no me mira nadie-se lamentó Brigitte.
-Sólo me interesa que no me mire Luke Kirkcaldy-afirmó Sarah-¿Te puedes creer lo que hizo el otro día? Intentó besarme cuando le enseñé el rosal que había plantado mamá. Por suerte, le esquivé.
-Luke Kirkcaldy es nuestro vecino. Y siempre ha estado enamorado de ti.
-Pues ya puede ir desengañándose porque nunca me casaré con él.
Sarah poseía una cintura muy breve y unas caderas bien redondeadas. Su cuerpo estaba bien proporcionado en todos los aspectos y era esbelta.
-¿Por qué no te casas con él?-sugirió Sarah.
-Jamás me he fijado en Luke Kirkcaldy-le recordó Brigitte-Y él tampoco se ha fijado nunca en mí. Sólo tiene ojos para mí.
-Pues debería de arrancárselos. Así no me miraría tanto.
A pesar de que eran hermanas, Brigitte y Sarah eran muy diferentes no sólo físicamente. También en el carácter. Mientras Sarah era más impulsiva, Brigitte era más sensata.
Sarah era una romántica empedernida. Soñaba con casarse por amor.
-Nadie se casa por amor-le dijo Brigitte-La gente sólo se casa por interés.
Brigitte era más práctica. En realidad, era mucho más realista que su hermana.
-Mira a nuestros padres-le aconsejó a Sarah.
-Ellos se quieren-replicó la joven.
Pero las dos sabían que sus padres se habían casado sin amarse. Fue un matrimonio que pactaron sus abuelos. El cariño llegó con el paso de los años. Pero no llegó el amor.
Las dos se dirigían al río Nore, donde pasaban muchas tardes.
-Espero que no te tires al agua vestida-le pidió Brigitte a su hermana-Mamá se enfada contigo cada vez que haces eso. Y te castiga.
Sarah se encogió de hombros. Desde que era pequeña, siempre había hecho lo que le venía en gana. Y  no pensaba cambiar por nada del mundo. Mistress Allen temía por su hija menor. Sarah podía cometer una locura cualquier día. Haría algo de lo que se arrepentiría más tarde. Cuando ya no habría solución. Sarah podía ser obstinada y eso le impedía ver más razón que la suya.
Y eso podía ser algo malo.
-No me importa-afirmó Sarah-Por eso, sigo haciéndolo.
Sarah no quería comportarse como una señorita. No quería sentarse en un rincón, como hacía Brigitte.
Las dos vivían en una gran casa cuya construcción databa de la época de las Cruzadas.
De la misma época databa el edificio donde vivía la mejor amiga de Sarah, Alexandra. Su carácter era muy parecido al de Brigitte porque era más calmada. Pero Sarah la quería como a una hermana. Le contaba cosas que no se atrevía a contarle a Brigitte.
Presidía la ciudad el castillo, con su torre cilíndrica. Cuando eran pequeñas, Sarah y Alexandra iban allí a jugar. Todavía lo visitaban.
Sus padres querían casar a sus hijas en la catedral de Saint Canice.
-A esta ciudad se la conoce como "La ciudad de mármol"-comentó Sarah-Es como vivir en un cuento de hadas. Hay muchos edificios aquí que son de la época de Robin Hood.
-¿Te gusta Robin Hood?-se extrañó Brigitte-Es inglés.
Saludaron a un amigo de su padre que volvía a su casa en carruaje. Éste vivía cerca de la "Cantera Negra", situada a una milla de la ciudad.
Sarah se encogió de hombros.
-Eso no importa-afirmó-Es un héroe. Yo quiero un hombre así en mi vida. Un hombre fuerte que me protega. Un hombre duro...Viril...Sólo amaría a alguien así.