martes, 31 de julio de 2012

CRUEL DESTINO

              Sarah dobló la esquina de su calle. Se detuvo en seco.
              Vio un carruaje desconocido detenido delante de la fachada de su casa.
               ¿Será Darko?, se preguntó Sarah. ¿Habrá venido a verme?
              Aquel carruaje pertenecía a alguna familia de la ciudad. No era ningún carruaje de alquiler. Además, nadie en la ciudad quería relacionarse con Darko.
              Sarah había hecho ya planes.
              Darko pensaba en vender el club y en vender también el burdel. Quería regenerarse.
              Sarah le iba a ayudar. Conocía la existencia de algunos cuantos orfanatos en todo Gales.
              Con el dinero obtenido por las ventas del club y del burdel, Darko podría hacer suculentas donaciones a los distintos orfanatos que había en Gales. Sarah se encargaría de pregonar cuán generoso era su futuro marido. A los aristócratas les gustan las personas generosas, pensó la joven.
             No serían excluidos de la alta sociedad. Al contrario...Se les iban a abrir muchas puertas.
             Naturalmente, esta clase de cosas tenía que comentarlas con Darko. Pero estaba segura de que no opondría resistencia. Él nunca le negaría nada. Se lo había dicho.



                 En el piso de arriba, Katherine estaba esperando nerviosa la llegada de Sarah.
                Cuando ésta llegó, la cogió del brazo.
              La arrastró consigo a su habitación. Katherine prácticamente daba botes de los nervios que la corroían por dentro. Estaba nerviosa desde la noche que yació entre los brazos de Stephen. Él le había dicho que podía haberse quedado embarazada a raíz de aquella noche. ¿Y si estaba en lo cierto? ¿Qué podía hacer?
-¿Dónde te habías metido?-le preguntó.
-Estaba viendo a una persona especial-respondió Sarah con tono misterioso.
-¿Darko? ¿Has visto a Darko?
-Es una persona especial para ti.
              A Sarah le dolía la ausencia de Darko. Se estaba prolongando demasiado. Pero le alegraba ver lo contenta que estaba Catalina. Ella seguía viéndose con Stephen.
            Se encontraban en el círculo de los menhires. Daban paseos abrazados por los alrededores. Se besaban detrás de los árboles.
            Recordaban cuando Stephen llegó a la casa de los Wynthrop, apenas unos meses antes. Iba a darle clases de piano a Katherine. Al principio, su relación fue cordial. La relación que había entre una alumna y su profesor. Poco a poco, fue conociendo mejor a aquella joven que se expresaba a través del piano. Parecía que estaba sacando todo lo que llevaba dentro mientras interpretaba alguna pieza de Mozart. Poco a poco, se fue ganando su confianza. Y su corazón...
                Lo supo el día en el que le besó la mano arrebatado tras escucharla interpretar a Paganini.
-¡Es usted extraordinaria, miss Wynthrop!-exclamó-Nunca antes había escuchado a nadie como usted. Nunca antes había escuchado una ejecución tan magistral. Tan...Perfecta...
               Fue una sentencia, más bien. Katherine bajó la cabeza con timidez. No estaba acostumbrada a recibir elogios. Las palabras de su profesor de piano la pillaron por sorpresa.
-Está exagerando, mister Winter-se ruborizó Katherine.
-No estoy exagerando-insistió Stephen-Le estoy diciendo la verdad.

              Las reglas no se habían hecho para Sarah Wynthrop. Era ella la que dictaba las reglas. La que las moldeaba a su imagen y semejanza. No hacía caso de nadie.
-Le noto pensativo, señor conde-observó mister Wynthrop.
            Robert se había atrevido a ir a casa de los Wynthrop. Había decidido formalizar su relación con Mary.
             Pasaron al despacho de mister Wynthrop.
-Lo que le voy a pedir no es fácil de decir-admitió Robert-No quiero que piense nada malo de mí. Muy al contrario. Mis intenciones hacia su hija son de lo más honorables. Siento un gran cariño y un gran respeto hacia ella. Mi deseo es que sea feliz. Y quiero hacerla feliz.
             ¿Por qué no se había enamorado de Mary?, se preguntó Robert. No existía nadie como ella. Tan amable como lo era ella.
              Era una joven llena de humildad. Su hermana Margaret, su prima Emma y su madre la adorarían. Pero no era como la alegre Sarah. La veía siempre contenta. Siemrpre estaba sonriendo. Y parecía que guardaba un secreto para sí.
-Adivino que quiere hablarme de Mary-observó mister Wynthrop.
-Y de ella quiero hablarle, señor-se decidió Robert-Porque yo llevo algún tiempo cortejándola. Y sé que ella será la perfecta condesa de Maredudd. Reúne en ella todo lo que busco en mi futura esposa.
-Mi hija es una joya. Es virtuosa.
-Justo lo que busco para mi mujer. La virtud...
              Y también busco el amor, pensó Robert. Pero el amor no está hecho para mí.
                Oía risas en el piso de arriba. Pudo reconocer la risa alegre y franca de Sarah. Creyó que estaba hablando con una de sus hermanas. Pensó que debía de tratarse de Katherine. La soñadora y romántica Katherine...Una sombra comparada con la temperamental Sarah...Como la noche y el día...



-¿Lo has visto?-oyó decir a Katherine-¿Qué te ha dicho?
-Cálmate-oyó decir a Sarah-Te diré lo que me ha dicho.
-¡Habla! ¡Me tienes en ascuas!
             ¿De qué estarán hablando?, se preguntó Robert. No era asunto suyo. Debía de pensar en Sarah como lo que iba a ser. Su futura cuñada...Y debía de pensar en Sarah como lo que era. La hermana de Mary...Sólo eso...
-Vuelve a quedarse pensativo, Excelencia-observó mister Wynthrop.
-Disculpe, señor-se excusó Robert-Vamos a ir al grano. Quiero pedirle la mano de su hija. De su hija Mary...Quiero casarme con ella.
              Mister Wynthrop se sintió complacido al escuchar aquellas palabras.
-¡Excelente!-aplaudió-Tiene usted mi permiso.
-Y la mano de su hija-añadió Robert.
               Mary sería la mujer indicada para él, pensó el hombre. No podía casarse con la pasional Sarah. A María le gustaba mucho leer, como a su hermana Margart. Podían llegar a ser buenas amigas. En cambio, había visto a Sarah subida a los árboles. La había visto leer subida en la rama de uno de los árboles del jardín. Un comportamiento inadecuado en una dama...No le gustaría nada a Margaret.
-Se lo diré esta noche-le aseguró mister Wynthrop-Mary se va a llevar una alegría.
               Robert suspiró y trató de convencerse así mismo de que estaba haciendo lo correcto porque le parecía absurdo sentir algo por la hermana de la joven a la que estaba cortejando.
            Había hablado varias veces con Sarah.
            Pero su trato con ella siempre había sido cordial. Unas cuantas palabras corteses...¿Cómo podía pensar que sentía algo por ella cuando su relación era más bien cordial? No eran amigos. No eran nada.

domingo, 29 de julio de 2012

LA REINA VICTORIA 2 PARTE

Hace dos semanas y pocos días, hice una entrada contando la primera parte de uno de los personajes más fascinantes de la Historia. La Reina Victoria de Inglaterra.
Vimos las circunstancias en las que se convirtió en la heredera al trono a raíz de la muerte sin herederos de sus tíos el Rey Jorge IV y el Rey Guillermo IV. Vimos cómo fue su infancia y la mala relación que mantenía con su madre.
Ahora, nos vamos a centrar en algunos aspectos de su Reinado.
Victoria cumplió dieciocho años el 24 de mayo de 1837. El 20 de junio, fallecía el Rey Guillermo a los 72 años.
En Hanóver, existía la Ley Sálica. El trono de Hanóver pasó a manos de su tío menor, el duque de Cumberland, hermano de su padre. Desde 1714, existía una relación entre Hanóver y Gran Bretaña en la que el Rey del segundo era también era el Rey del primero. Con la subida de Victoria al trono británico, se rompía aquella unión.
El Primer Ministro, lord Melbourne, del Partido Whig, se convirtió para Victoria en una especie de padre. Ella acudía a él cuando necesitaba su consejo. La coronación de la Reina se celebró el 28 de junio de 1838. Fue la primera Reina que habitó el famoso palacio de Buckingham. Heredó también las propiedades de Cornualles y de Lancaster. Victoria pudo, después de muchos años, pagar las numerosas deudas que había dejado su difunto padre.
Al principio de su Reinado, Victoria fue bastante popular. Sin embargo, aquella popularidad decreció cuando creyó que una de las damas de compañía de su madre, soltera, se había quedado embarazada de Conroy, el odioso mayordomo de su madre al que odiaba. La dama en cuestión tuvo que someterse a un examen médico que confirmó que no sólo no estaba embarazada, sino que también era virgen. Al poco tiempo, murió y la autopsia determinó que su mal no era debido a un embarazo, sino a un tumor de hígado. A raíz de esto, la popularidad de Victoria cayó en picado. Y tuvo que ver cómo la gente empezaba a sugerir que mantenía una relación amorosa con lord Melbourne.
Éste fue obligado a dimitir después de que los radicales y los conservadores votaran en contra de la Constitución de Jamaica.
La Reina la pidió a sir Robert Peel, del Partido Tory, que formara Gobierno. Pero la relación entre ambos nunca fue del todo buena. En la Corte existía el llamado sistema de patronazgo. Es decir, el Primer Ministro escogía entre sus partidarios a aquéllos que servirían a la Reina. Muchas damas de compañía de ésta eran las esposas de whigs. Sir Robert Peel exigía cambiar a esas damas y sustituirlas por las esposas de destacados miembros del Partido Tory. Pero la Reina se negó, alegando que la relación de amistad que mantenía con ellas.
La relación de la Reina con su Primer Ministro fue a peor a raíz de esto. Sir Robert Peel acabó dimitiendo. Lord Melbourne pudo volver a ser Primer Ministro, recuperando la Reina a uno de sus principales apoyos.
En el plano personal, Victoria vivía con su madre en el Palacio de Buckingham, pero la relación entre ambas era cada vez más tensa.
Aconsejada por lord Melbourne, Victoria empezó a considerar seriamente la idea de casarse. Estaba enamorada de su primo Alberto y era a él a quien deseaba como marido. Volvieron a verse en octubre de 1839. Victoria decidió que no podía seguir esperando más y decidió que se casaría con Alberto. El compromiso se hizo oficial el 15 de octubre, cinco días después de la llegada del joven a Windsor. La boda se celebró en el Palacio de Saint James el 10 de febrero de 1840.
El nuevo Rey consorte se convirtió en el brazo derecho de la Reina. La madre de Victoria se vio obligada a abandonar el Palacio de Buckingham. Fue Alberto el que ayudó a Victoria a llevarse mejor con su progenitora.
File:Victoria in her Coronation.jpg

En breve, continuaremos con la tercera parte, en la que veremos el Reinado de Victoria.

sábado, 28 de julio de 2012

PLEAMAR/CRUEL DESTINO 39

CARTAGENA

Su vida era aquélla. No tenía ninguna variación.
Ya no bordaba su ajuar de boda.
¿Qué ganaba bordando un ajuar que nunca iba a necesitar? Se iba a quedar soltera.
A doña Camila eso no le importaba. Casi agradecía tener a sus dos hijas menores en casa.
Le había perdonado con excesiva facilidad a Eva su "desliz". Y Miriam se enfadaba con su madre cada vez que lo mencionaba. ¿Desliz?
¿Llamaba desliz a haber tenido a escondidas un hijo con un pintor? ¿Llamaba desliz a, pasados algunos años, haber huido con aquel pintor? ¿Eso era lo que doña Camila entendía por desliz? Miriam quería gritarle a su madre que debía de entender ella mejor que nadie lo que era tener un desliz. O, mejor dicho, su abuela, aquella mujer que nunca se ocupó de ella. La madre de doña Camila...
Lo último que quería Miriam era discutir con su madre. Tenía que pasar el resto de su vida encerrada entre las paredes de aquella enorme, fría y oscura casa. Sus años de vida debían de ser más bien soportables. Si no lo eran, se volvería loca. Los recuerdos la volverían loca.
Todas las tardes, Miriam Colina y Yáñez cogía un libro de la biblioteca de su casa. Iba a la habitación de su hermana Aurora.
-¿Quieres que te lea un rato en voz alta?-le preguntaba.
-No tengo ganas-respondía Aurora.
-Tienes que distraerte de alguna manera, hermanita. Te leeré algo. Y no pensarás en nada.
Acariciaba con su mano el cabello de Aurora. Siempre lo llevaba suelto. Se sentaba en una silla junto a la silla de ruedas. Aurora miraba con gesto distraído por la ventana. Y Miriam sentía, mientras leía, un enorme deseo de saltar por la ventana. Ni leer en voz alta los artículos del difunto Larra la ayudaban. Hizo bien en suicidarse, pensó Miriam. No sirve de nada vivir. Sólo venimos a este mundo a sufrir. Como la pobre Aurora está sufriendo.
Eva había hecho bien en irse con Jaime a Portmán.
Estarían cerca de su hijo. Algún día, dentro de algún tiempo, se casarían. Pero estaban juntos. Mientras que Miriam seguía llorando la muerte de Alejandro. Maldecía a todo el mundo. Maldecía a Eva por haber sido una hipócrita. Y se maldecía así misma por haber sido una cobarde.
A veces, iba a la casa de los Quintanar. Casi podía verla jugando en el jardín. Una criada corría detrás de ella.
-¡A que te pillo!-le decía.
-¡No!-gritaba la niña.
Y Miriam se sentía tentada a saltar la verja del jardín. A gritarle a los cuatro vientos que aquella niña era su hija. La hija que ella y Alejandro habían engendrado. Quería llevársela consigo, pero no se atrevía. Era una cobarde.
Jamás olvidaría el dolor que se apoderó de ella cuando supo que Alejandro había muerto. Aquel dolor fue tan intenso que la llevó a estar postrada en la cama durante varios días, pero, por suerte, su bebé no corrió ningún peligro. Miriam todavía se despertaba en mitad de la noche. Sentía los labios de Alejandro posándose en los suyos.
Su casa se estaba convirtiendo en una especie de tumba para ella. Sólo quedaban ella, su madre y Aurora.
Su madre no iba a vivir eternamente. Y Miriam se consagraría a cuidar a Aurora. Pero su hermana tenía sus propios sueños. Se lo confesó una tarde a Miriam mientras paseaban por la calle del Carmen. Le dijo que quería casarse.
-Sabes que eso no va a poder ser-le recordó Miriam-Tú no puedes casarte.
-No podría darle un hijo a mi marido-se lamentó Aurora-Pero quiero conocer el amor. No quiero que me pase lo mismo que te ha pasado a ti.
-¿Y qué me ha pasado a mí?
-Nunca has estado enamorada.
Miriam sintió cómo un puñal se le clavaba en el pecho.
-Eso no lo sabes-le replicó.
-Nadie te ha cortejado nunca en serio-le recordó Aurora.
Miriam sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. ¡Qué poco la conocía Aurora! ¡Qué poco la había conocido aquella hipócrita de Eva! No quería volver a verla. La odiaba por haberla engañado.
Pasaron por al lado de un teatro de títeres. Miriam detuvo la silla de ruedas. Por lo menos, los títeres servirían de distracción a Aurora.
Muchas veces, Miriam se había sentido tentada a hablar con su madre. Quería confesarle su secreto. Quería recuperar a su hija. Sabía que se llamaba Victoria. Igual que una de las tías de su madre...Victoria le parecía un nombre precioso. Victoria...
Lo más duro que jamás había hecho había sido dejarla.
¿Le contarían los Quintanar a Victoria su origen? ¿La estaba criando el matrimonio como hija suya? Iba a verla y, a veces, no podía verla. No salía al jardín. No podía escuchar sus gritos mientras jugaba. Ya tenía siete años.
-¡No me pillas!-gritaba Victoria-¡Juguemos a otra cosa!
Miriam se sentía tentada a acercarse a los Quintanar. Quería trabar amistad con ellos. Pero le vencía una vez más el miedo. Miedo a ser descubierta...Miedo a que la verdad saliera a la luz. Ella era la verdadera madre de Victoria.
Entonces, toda Cartagena sabría que la casta y virtuosa solterona Miriam Colina y Yáñez era una mujer que se había entregado a un criminal sin escrúpulos de manera voluntaria. Porque la ciudad conocía de sobra a Alejandro. Recordaba los robos cometidos. Los chantajes...Los sobornos...Los secuestros...El burdel que dirigía con mano de hierro. Los asesinatos...
Y Miriam le recordaba de otro modo. Recordaba el olor a coñac que desprendía. Recordaba los momentos vividos a su lado. ¿Un delincuente? ¿Un criminal? Jamás tuvo miedo de él. Ni siquiera durante los días en los que estuvo secuestrada. Cuando le conoció. Alejandro parecía que estaba ahí para protegerla. De algún modo, siempre la estaba protegiendo. Aunque ya no estaba.
Doña Camila sentía que era incapaz de llegar hasta su hija. Echaba de menos a Roberto. Pero él parecía que iba a permanecer en Inglaterra más tiempo del esperado.
Espero que no cometa una estupidez, pensaba doña Camila. En esta familia, somos propensos a cometer estupideces. Mi hijo...Mi madre...Mi tía...Mis hijas...
Roberto había tenido suerte.
Parecía que había tenido que salir de su país para encontrar a la mujer adecuada para convertirse en la condesa de Mora. Y la casualidad había hecho que esa mujer no sólo fuera compatriota suya. Sino que era, además, también paisana. Doña Camila había oído hablar de los locos Fernández. A pesar de que la guerra no había llegado a las puertas de Cartagena, el cabeza de familia sintió terror. Cogió a su familia. Y huyó a Inglaterra. De momento, Cartagena se encontraba a salvo de disparos. Bastante mal lo había pasado durante el Trienio Liberal. ¡Y Roberto...! ¡Qué horror! ¡Unirse a una banda de delincuentes! Serían partidarios del Rey, pero seguían siendo unos delincuentes. ¡Qué escándalo!
Doña Camila intuía que algo raro le pasaba a Miriam.
Pero parecía que sus hijos vivían en otro mundo. Así había sido con Roberto, con Eva y con Miriam. Incluso notaba que Aurora se alejaba cada día que pasaba un poco más de ella. Doña Camila no había conocido a sus padres. Su madre se ocupaba de su manuntención en el convento. Pero nunca fue a verla. Y su padre era un hombre de rostro difuso para su madre. Y de nombre desconocido para ella. Un hombre que apareció en la vida de su madre. La sedujo. Y siguió su camino.
Había tenido mucha suerte. Pero sus hijos no tenían tanta suerte. Eva había protagonizado el mayor escándalo de la historia de la ciudad. Y Roberto parecía que no acertaba a encontrar el amor. Mientras, Miriam y Aurora se estaban consumiendo en vida. Y doña Camila se sentía impotente al no poder ayudarlas.
Esto era lo que pensaba todas las tardes mientras rezaba el rosario.

viernes, 27 de julio de 2012

CONCLUSIÓN DE LA ENCICLOPEDIA DE DIDEROT Y D' ALEMBERT

Ayer, no pude terminar la entrada sobre La Enciclopedia de Diderot y D' Alembert. Empezó a tronar donde yo vivo y había relámpagos. Apagué el ordenador. Me asustó la idea de que se pudiera romper por culpa de algún trueno. Sé que no pasa nada, pero pudo más el miedo que otra cosa. ¿Y si se rompía? Y lo apagué sin haber terminado la entrada.
Por eso, hoy os dejo el final de La Enciclopedia.
Un poco tarde, pero es mejor tarde que nunca. En breve, además, aprovecho aquí para anunciarlo, acabaré la entrada que empecé a hacer sobre la Reina Victoria. Conoceremos cómo fue su Reinado y un poco más su persona.
Sabemos que La Enciclopedia nació como la traducción de la Cyclopaedia, de Chambers, en el siglo XVIII. Que Diderot y D' Alembert fueron los encargados de traducirla, pero ellos decidieron ampliarla y sacar a la luz grabados y trabajos inéditos. Querían llevar el conocimiento a todas partes. La Enciclopedia tuvo desde el inicio numerosos detractores por la defensa que hacía de los filósofos protestantes y su abierta oposición al catolicismo y al Antiguo Régimen.
Tuvo un total de 28 volúmenes. 17 eran de texto, 11 eran de láminas y un suplemento de 4 volúmenes de texto, 1 de láminas y 2 de índice general.
Sabemos que D' Alembert no pudo soportar la censura ni el ver La Enciclopedia en el Índice de Libros prohibidos y que abandonó el proyecto. Que fue Diderot el que siguió adelante.
Lo que no comenté en la anterior entrada fue que Diderot y D' Alembert no sacaron adelante ellos solos el proyecto. Tuvieron numerosos colaboradores. Entre sus colaboradores se encuentran los filósofos más conocidos de la Francia deciochesca, como lo son Voltaire, Rousseau y Montesquieu.
En total, unas 160 personas entre literatos, filósofos, artistas, magistrados, teólogos, etc., colaboraron en la elaboración de La Enciclopedia prestando cada uno sus conocimientos sobre el tema que mejor conocían.
La Enciclopedia fue el germen de La Ilustración. De la Era de la Razón...El motor que cambió el mundo desde las tinieblas del Antiguo Régimen hasta la luz de la Modernidad.
El uso de la Enciclopedia se ha ido extendiendo a lo largo de los siglos XIX y XX.
Es una de las obras más famosas de todos los tiempos. Con sus variantes, todos hemos tenido en nuestras casas una enciclopedia a la que hemos ido a consultar cuando lo necesitábamos.
Es raro la persona que no haya tenido una enciclopedia en su casa, ya sea de un solo volúmen o de varios volúmenes. Hemos visto muchas en las bibliotecas de nuestras ciudades. Y hemos consultado con ellas para nuestros trabajos escolares o para resolver una duda.
La aparición de la Enciclopedia Interactiva, el Encarta, supuso un cambio a la hora de consultar la Enciclopedia. Podíamos verla en el ordenador. El Encarta es el germen de lo que ahora es la Wikipedia, la enciclopedia de Internet que es raro quien no la ha consultado. A mí, la Wikipedia me ha venido de perlas en muchas ocasiones.
Sea en papel, sea de forma interactiva o sea en Internet, lo cierto es que la Enciclopedia se ha convertido en un instrumento indispensable en nuestras vidas. Diderot y D' Alembert querían llevar el conocimiento a todas partes. Y lo consiguieron. Cada vez que buscamos algo en una enciclopedia, ya sea en Internet o en papel, somos un poco más sabios porque aprendemos el significado de algo bueno.
La Enciclopedia, que tiene casi trescientos años, seguirá presentes en nuestras vidas por mucho tiempo.
 

jueves, 26 de julio de 2012

LA ENCICLOPEDIA DE DIDEROT Y D'ALEMBERT

En mi entrada de ayer, os hablé de la Ilustración. Hoy voy a hablaros de algo que fue el germen de ese periodo. Un libro que ha permanecido vivo hasta hoy. Cualquiera de sus variantes están presentes en nuestras casas. Me estoy refiriendo a L' Enclyclopédie o Enciclopedia, escrita entre Diderot y D' Alembert, dos conocidos filósofos franceses.
A principios del siglo XVIII, se había publicado en Inglaterra la "Cyclopaedia", también llamado "Diccionario Universal de las Ciencias y las Artes", escrito por Ephraim Chambers. También se publicó el "Diccionario de Trévoux", escrito por varios monjes jesuitas. Ambas obras tuvieron una gran acogida por parte del público.
En 1745, se planeaba la traducción al francés de la obra de Chambers. Dos hombres, John Mills, un inglés que llevaba bastante tiempo viviendo en Francia, y el abate Jean Paul de Gua de Malves, son los escogidos para llevar a cabo ese encargo. Sin embargo, ambos abandonan el proyecto. Se les encarga a Diderot y a D' Alembert la tarea de sacarlo adelante.
Pero ambos no quieren sólo traducir la obra de Chambers. La convierten en algo totalmente diferente. Publican trabajos inéditos. La decoran con distintos grabados. La hacen más amplia. Intentan abarcar el mayor número de campos posibles.
La obra se prepara entre los años 1747 y 1750. Finalmente, ve la luz el primer volumen en el año 1751. Sin embargo, un problema que tuvo Diderot con los jesuitas el año anterior a raíz de la presentación de la obra provoca cierta polémica en Francia. Y la polémica fue creciendo poco a poco.
La Enciclopedia desafiaba el dogma católico y elogiaba los trabajos de pensadores protestantes. Además, calificaba la Religión como una de las ramas de la Filosofía.
La polémica se dividió en dos grupos. Por un lado, estaban los jesuitas, parte de los intelectuales de la época que estaban celosos del éxito que estaban teniendo Diderot y D' Alembert y el Delfín del Rey, claramente en contra de la Enciclopedia. Por el otro lado, estaba la célebre Madame de Pompadour, amante del Rey, y el director de la Biblioteca Nacional, Guillaume Malesherbes, que estaban a favor de la Enciclopedia.
En 1759, la Enciclopedia entra a formar parte del Índice de Libros Prohibidos, donde iban a parar todos los libros que la Iglesia y el Gobierno censuraban totalmente. Se les retiró a los impresores el permiso para seguir imprimiendo la obra. D' Alembert, cansado quizás de luchar contra algo que veía imposible, abandona el proyecto.
Sin embargo, Diderot sigue adelante. Creía que su obra debía de ser mostrada al público. No dudó en luchar contra el Rey, contra la censura y contra el propio D' Alembert. A pesar de que estuvo muy vigilado durante los siguientes trece años, Diderot pudo completar los diecisiete volúmenes que formaron la Enciclopedia en el año 1772.
La obra comprendía, además, de 11 volúmenes de láminas que se publicaron entre los años 1762 y 1772 y de un suplemento de 4 volúmenes de texto, 1 volumen de láminas y 2 volúmenes de índice general publicado entre los años 1776 y 1780.
La Enciclopedia fue, en su origen, un producto destinado a la emergente burguesía francesa. Muchos escritores y filósofos provenían de esta clase social. Se da valor al trabajo en contraposición con los valores aristocráticos, que lo rechazan abiertamente.
La Enciclopedia critica abiertamente el modelo de Monarquía francés, consistente en la Monarquía absoluta, y aboga por un modelo parecido al inglés, la Monarquía Constitucional. Los defensores de la Enciclopedia se oponen a la Inquisición. Aborrecen la esclavitud. Abogan porque la enseñanza llegue a todo el mundo. Se habla de igualdad entre las personas.
Se resumen en La Enciclopedia los principios de La Ilustración. El auge de las investigaciones científicas... Las cosas no pasan por derramar la sal o porque hayas pasado por debajo de una escalera. Sino por algún motivo razonable y fácil de explicar.

miércoles, 25 de julio de 2012

LA ERA DE LA RAZÓN

Acabar con la ignorancia. Ése fue el lema que trajo consigo el movimiento llamado Ilustración.
Nació a finales del siglo XVIII. Se desarrolló durante toda la Revolución Francesa. Y vivió hasta principios del siglo XIX.
La sociedad de aquella época vivía todavía dominada por la superstición. En algunos sitios, aún se juzgaba a la gente y se la condenaba a muerte acusada falsamente siempre de ser bruja.
Este movimiento nació en Inglaterra y se extendió principalmente por Francia, por España y por algunos países de América del Sur, como México.
A lo largo de todo el siglo XVIII, se llevaron a cabo numerosos experimentos científicos. Fue la época en la que apareció la máquina de vapor, de Watt. Y se llevaron a cabo los experimentos eléctricos de Benjamin Franklin, futuro Presidente de Estados Unidos. (Es famosa la imagen de Franklin volando una cometa en plena tormenta eléctrica).
Tras la Revolución en las colonias británicas que acabó con la independencia de Estados Unidos en 1776, todo cambió. La sociedad había aceptado la continuidad del Antiguo Régimen durante todo el siglo XVIII. Pero parecía que esa continuidad estaba llegando a su fin. Numerosos miembros de la burguesía, entonces en pleno auge, apoyaron a los intelectuales de la época.
Se toman las características del Renacimiento. El centro del Universo es el ser humano. La sociedad se vuelve más laica. En ocasiones, podría parecer que se ha vuelto anticlerical.
La razón lo mueve todo. Si pasa algo, hay que buscar un porqué. No hay que decir que es "porque Dios o el Rey o quien sea" así lo ha querido. Se empieza a criticar lo que hace el Gobierno. Incluso se critican los juicios por brujería.
Se critica la superstición. Por ejemplo, no te ha atropellado un carro sólo porque un segundo antes te hayas cruzado con un gato negro. Te ha atropellado el carro o porque no has cruzado antes o porque ibas distraído o porque el conductor del carro iba distraído. Pero no le eches la culpa a un gato.
La escritura...La pintura...Todo tiene que tener un fin didáctico. Se pretende enseñar y criticar a través de los libros, la escultura, la pintura y las obras de teatro. "Fray Gerundio de Campazas" es una obra satírica de este periodo. Se critica a los predicadores.
Entre los años 1751 y 1765, se publicó en Francia la "Enciclopedia" de Diderot y D'Alembert. Había llegado el principio del fin del absolutismo, en opinión de ambos. La sociedad debía de adquirir cultura. Sólo así se acabaría con los principios del Antiguo Régimen, basados en los estamentos.
Parecían decididos a llevar el progreso al mundo. Querían acabar con la época de oscurantismo que dominaba Europa desde la Edad Media, un oscurantismo presidido por la tiranía de muchos dirigentes, el miedo y la ignorancia de la población.
Todo lo francés se pone de moda en esta época. El arte y la lengua francesa ejercen una gran influencia en muchos países. Hablar francés era un signo de distinción. Aunque podía pecar de ridículo si no se sabe el idioma.
Montesquieu...Rousseau...Voltaire...Estos grandes filósofos y pensadores son hijos de la Ilustración. Voltaire y Rousseau llegaron, incluso, a cuestionar la existencia de la Iglesia y del Estado.
Muchas de estas ideas se vieron enfrentadas con el Antiguo Régimen, a entender de muchos, durante la Revolución Francesa. Los Reyes fueron guillotinados. El Antiguo Régimen había pasado a mejor vida después de eso.
El poder civil sustituye al poder religioso. Incluso la Iglesia se deja influenciar por los nuevos tiempos. Algunas Iglesias cuestionan su lealtad al Papa. Aparece el contrato social. El mismo que impulsará Rousseau.
Una nueva clase social emerge con fuerza. La burguesía. Pronto, entrará en combate con la aristocracia. La cual se resistía a perder sus privilegios.
La Ilustración se difundió gracias a la prensa, a las reuniones en los salones, a la apertura de Academias...
A los ilustrados se les ha criticado también, no sólo por intentar derribar el Antiguo Régimen. También se les ha criticado por ser excesivamente idealistas. Sus obras pecaban, a menudo, de ser demasiado amables cuando la vida no era amable para muchos. Un campesino cuyas cosechas se habían secado no podía entender las intenciones de un ilustrado de que no dijese palabrotas por ser demasiado "vulgar". Le salía del alma insultar y maldecir su mala suerte.
Los ilustrados consiguieron su objetivo de acabar con el Antiguo Régimen. Fundaron el Estado Moderno. Son los artífices del Pensamiento Moderno. Sin embargo, sus ideas tardaron largo tiempo en calar en algunos países. En España, por ejemplo, tras la muerte de Fernando VII, no desapareció el Antiguo Régimen.

lunes, 23 de julio de 2012

MARY SUE

El pasado jueves, leí una entrada en el blog de El club de las escritoras, al que pertenezco, una entrada muy interesante:
16 consejos para escribir.
Os dejo el link para que la leáis:
http://elclubdelasescritoras.blogspot.com.es/2012/07/nuestra-compi-arix-chan-nos-da-16.html
Son dieciséis trucos que nos pueden ser muy útiles a la hora de escribir una historia.
Pero fue una palabra la que captó mi atención. Mary Sue. La autora, Arix-Chan, habla de crear personajes que sean realistas, que no importe si son psicópatas, que no nos reprimamos a la hora de escribir un personaje que sea imperfecto. Los personajes que son perfectos, tanto física como emocionalmente, no logran conectar con el lector. Y ella mencionó a Mary Sue. Personaje que hay que evitar a toda costa.
No tenía ni idea de quién era Mary Sue. Parecía el nombre de una heroína de novela romántica de hace muchísimos años. De modo, que me puse a investigar. Es verano y me aburro. Y me apetecía hacer esta entrada hablando de un personaje tan odiado.
¿Es justo odiar a Mary Sue?
Pero es un aviso a navegantes sobre cómo hemos de crear a personajes que los que el lector se sienta idenfiticado.
Mary Sue es la definición de un personaje tan idealizado y tan perfecto que roba protagonismo a los demás protagonistas de una obra, ya sea una novela original o un fanfic, siendo más común en este último. Suele ser una mujer, pero también tiene una variante masculina, los Gary Stu o Marty Stu. 
Mary Sue aparece en el año 1973. Paula Smith la crea en una parodia que hace de la popular serie "Star Trek" (ya sabéis, la de Mister Spock y el Capitán Kirk), en su fanzine. Mary Sue es, en palabras de la autora, "la teniente más joven de la flota, con sólo quince años y medio". Este personaje nace para parodiar a los fanfics que se hacían por aquel entonces de "Star Trek" en la que los autores aparecían en las historias que creaban de la serie robando el protagonismo a los demás protagonistas, resolviendo ellos los problemas y viviendo romances imposibles, debido a la enorme diferencia de edad, con los protagonistas de la serie.
Curiosamente, la aparición de Mary Sue tuvo el efecto contrario. Se popularizó de tal modo que los personajes tan perfectos e irreales recibieron dicho nombre.
Este personaje presenta unos rasgos comunes:
Suele ser del mismo sexo que el autor. Se dice que es su propio alter ego.
Suele ser muy joven, casi una adolescente.
Roba protagonismo a los demás personajes de la historia. Se habla constantemente de ella en su ausencia y todos los personajes están pendientes de todo lo que haga o diga.
Todo el mundo la quiere, excepto los malos de turno de la historia.
Se le da un trato preferente o bien porque es la elegida según alguna profecía o bien porque tiene algún poder que está por encima de los demás personajes (lee el pensamiento, mueve objetos con la mente, etc.).
Tiene algún talento a la hora de tocar algún instrumento.
Suele ser rubia o morena. Sus ojos pueden tener un color llamativo (ceniza, rojo, azafrán...).
Su nombre denota belleza.
En los fanfics, suele estar emparentada con uno de los personajes principales. Por ejemplo, en un fanfic de "Star Trek" donde aparezca una Mary Sue, fijo que ésta es la hija del capitán Kirk o de mister Spock.
Uno o más personajes se enamoran de ella y ella se quedará con el favorito del autor. El inconveniente es que estos romances suelen ser poco desarrollados y siempre quedan un poco forzados.
No tiene ningún defecto ni físico ni emocional, como ya he mencionado antes.
Su vida es maravillosa o ha sufrido una pérdida peor que cualquiera de los demás personajes de la trama, ganándose así sus simpatías.
A veces, este personaje no termina bien y muere, dejando a los demás lamentándose de la muerte de alguien tan perfecto y maravilloso.
Se critica la aparición de las Mary Sues en los fanfics porque destruye el universo de la historia original. Cambia la trama en beneficio suyo y eso no es bueno. Se pierde todo lo bueno de la historia original. Muchos personajes quedan relegados a mera comparsa suya.
Como véis, la aparición de una Mary Sue en un fanfic puede resultar letal, ya que todo lo bueno de la historia original desaparece. Las historias giran en torno a Mary Sue, a proteger a Mary Sue y a lo que ella desee.
Visto lo visto, no es de extrañar que muchos hayan aplaudido en los fanfics o en las novelas en las que un personaje semejante muera.
Porque las tramas en las que aparece una Mary Sue por medio son muy pobres en cuanto al planteamiento y el desarrollo.
Existe una variante de las Mary Sues.
Son las Angs Sues.
Son tan perfectas como las Mary Sues. Sin embargo, la tragedia se ha cebado muchas veces con ellas. Las rodea un alo de dramatismo y de dolor que las hace mucho más bellas. Se repite en ellas lo mismo que he mencionado antes con las Mary Sues. Ello impide que alguien pueda llegar a empatizar con una Ang Sue doliente.
Siempre se ha dicho que Bella Swan es un perfecto ejemplo de Mary Sue. Es un personaje muy idealizado. Dos hombres se pelean por ella y toda la trama gira a su alrededor. Está poco desarrollado y es pobre, según muchos.
Pienso que Stephanie Meyer, la autora de "Crepúsculo", creó el universo de la saga alrededor de Bella y Edward. No es que Bella robe el protagonismo. Es que ella es la protagonista. Sin Bella, no hay historia que contar. Edward y Jacob seguirían con sus vidas de vampiro y hombre-lobo respectivamente. Será un personajes no muy bien definido e, incluso, puede ser soso. Pero ella es la que pone en marcha toda la acción al mudarse a Folks y al enamorarse Edward y Jacob de ella. Aunque también sea cierto que Alice y Rosalie, a mi parecer, son mucho más interesantes que Bella. Tengo debilidad por los personajes secundarios de las novelas.
En el pasado, en muchas novelas románticas, nos hemos encontrado con muchas Mary Sues. Toda la acción gira entorno a ellas. Los hombres babean por ellas y la autora hace que se quede con su favorito (aunque, casi siempre, acaba quedándose con el más h.d.p., con perdón, de todos). Es perfecta físicamente hablando, poseedora de una belleza impresionante, con un pelo precioso y unos ojos hechiceros. No tiene ningún defecto emocional. Todo el mundo la adora. Son los malos los que no la adoran. Todas las conversaciones y todos los pensamientos del 90% de los personajes de la novela giran entorno a ella. Sus amigas tienen la enorme suerte de ser amigas de alguien como ella. Destaca por ser más valiente que nadie, por ser la que mejor cabalga, dispara el arco o lucha con espada que nadie. O tiene algún poder (por lo geneal, ve el futuro).
Jennifer Blake, Shirlee Busbee, Valerie Sherwood, Kathleen Woodiwiss, Jude Devereaux, etc., nos han dado muchas heroínas tipo Mary Sue.
Por suerte, los tiempos están cambiando y las heroínas de novelas románticas tienen sus defectos, lo que hace que sea fácil empatizar con ellas. Ya no poseen la figura de una top model, sino que pueden ser gorditas. O llevar gafas (Amanda Quick tiene varias heroínas que llevan gafas porque son miopes).
La gente no quiere leer historias protagonizadas por personajes perfectísimos. No. Quiere leer historias sobre personajes reales, que tengan sus defectos, ya seas físicos o emocionales. Personajes con los que les resulte fácil empatizar. Ya sea porque les sobren unos kilos de más o porque sean emocionalmente débiles, fríos, crueles o estén desquiciados. Personajes que sean humanos. Tan simple como eso.
Un personaje como Mary Sue puede llegar a despertar el instinto homicida en los lectores en vez de su simpatía y su comprensión.

viernes, 20 de julio de 2012

LA MODA EN LA DÉCADA DE 1820

En entradas anteriores hablé acerca de la moda durante el periodo conocido como La Regencia y durante el siglo XVIII.
En la entrada de hoy, hablaré acerca de cómo se vestía durante la década de 1820.
La moda femenina durante esta época sufre un cambio progresivo. La cintura en los vestidos había permanecido marcada por debajo del pecho. Pero durante la década de 1820 vuelve a su posición normal. A raíz de esto, las faldas van aumentando poco a poco su vuelo. Las faldas no son muy anchas. Pero se empiezan a adornar con volantes y con cintas. Se acortan un poco, dejando ver los pies. Las mangas de los vestidos se abomban y se hacen un poco más anchas.
Los colores son más alegres, igual que algunos estampados.
Los sombreros evolucionan de igual modo. Se hacen más grandes y con las alas más anchas. Se adornan con cualquier cosa. Con flores...Con frutas...Con cintas...Son sombreros de formas complicadas que se usan, incluso, para asistir a actos sociales. Un poco caótico cuando se asiste a un baile. ¡Y no digamos si se va al teatro! Las quejas porque nadie ve nada serían muy comunes.
Los moños se hacen más complicados. Se elevan y se retuercen. Los rizos caen libremente sobre la frente de la dama. Las peinetas son un adorno que empiezan a ser común durante la década de 1820.
La moda masculina, en cambio, apenas evoluciona durante este periodo. Los pantalones ceñidos que se llevaba a principios del siglo XIX no varían. Las chaquetas siguen teniendo grandes colas. Las cinturas de los pantalones son ajustadas. Y los colores son brillantes.
En próximas entradas seguiré hablando acerca de cómo va evolucionando la moda durante todo el siglo XIX.


¡Oh! Lo confieso. ¡Me encantaría llevar ese vestido! ¡Es precioso!


Confieso que no sería capaz de llevar uno de esos sombreros. No vería por dónde pisaba y acabaría de bruces en el suelo.

miércoles, 18 de julio de 2012

LA MORAL EN EL SIGLO XIX Y UN NUEVO CAPÍTULO DE "PLEAMAR/CRUEL DESTINO"

Me gustaría hablar un poco antes de subir un nuevo capítulo de "Cruel destino" acerca de cómo era la manera de pensar en el siglo XIX. No me refiero sólo a las corrientes filosóficas. Hablo de temas tales cómo la concepción que se tenía en aquella época de la familia. Y de la mujer.
A principios del siglo XIX, la mujer era casi como un objeto. No tenía ni siquiera derecho a pelear por la custodia de sus hijos si decidía divorciarse de su marido. Un divorcio no era plato de buen gusto para nadie. Además de ser algo raro, era motivo de escándalo. Marcaba siempre a la mujer, pero no marcaba nunca al hombre.
Los hombres hacían doble vida. Por un lado, tenían sus aventuras, siempre secretas para no convertirse en la comidilla de nadie. Y, por el otro lado, tenían a sus esposas. Éstas les servían sólo para engendrar hijos. Nada más. Las otras mujeres, sus amantes, les servían para encontrar placer sexual. Dos novelas, "El tutor", de Robin Schone, y "Conquistadora", de Esmeralda Santiago, reflejan bien este estilo de vida. Los maridos de las protagonistas sólo las usan para procrear. En cambio, encuentran satisfacción sexual en sus amantes.
Se extendía la idea de que una mujer buena no podía sentir placer. Ni con su marido ni con ningún hombre. Sólo debían de aguantar el acto sexual por ser éste la única manera posible de tener un hijo.
En Inglaterra, por ejemplo, la situación se agrava a partir de la era victoriana. Es la época de la doble moral. Del puritanismo en el modo de actuar. En España, por ejemplo, era frecuente que los hombres tuvieran dos familias. Su familia legítima, es decir, su mujer y sus hijos legítimos. Y su otra familia, la ilegítima. Es decir, la formada por la amante con la que llevaba muchos años y los hijos habidos de esa relación. Un ejemplo claro lo encontramos en el caso de Eva Perón. Era la hija ilegítima de Juan Duarte, un conocido político conservador argentino. Éste estaba casado con María Estela Grisolía, pero, al mismo tiempo, mantenía una relación con la madre de Eva, Juana Ibarguren. Con ambas tuvo varios hijos, aunque no reconoció a los hijos habidos de su larga relación con Juana. Todo el mundo lo sabía, pero nadie le daba demasiada importancia.
Y estoy hablando de principios del siglo XX.
Por supuesto, a una mujer le estaba prohibido tomar un amante. Pero, si lo tomaba, lo hacía en el mayor de los secretos. Con más secretismo que lo que lo hacía un hombre porque ella sería señalada de por vida. En cambio, al marido se le perdonaban aquellos escarceos.
Sí, amigos míos. El siglo XIX es una época para soñar. Pero también es una época donde ser mujer era peor que una maldición. No eras dueña de nada. Ni siquiera eras dueña de tus sentimientos. Por fortuna, el movimiento sufragista y feminista empezó a crecer a medida que iba avanzando el siglo. Y empezaría la conquista de los derechos que hemos conseguido hasta la fecha. Pero hablaré de ese tema en otra entrada.
Ahora, os dejo con un nuevo capítulo de "Cruel destino". Espero que os guste.

A Catalina le parecía casi un insulto verse obligada a llevar aquellos oscuros vestidos sólo porque tenía veinticuatro años y todavía no se había casado.
Quería subirse al campanario de la Iglesia y poder gritar su felicidad a los cuatro vientos. ¡Soy feliz!, pensó.
En el jardín de su casa, Catalina creía escuchar el sonido de un piano. E imaginó que era Stephen, que estaba interpretando alguna pieza para ella. Casi sin darse cuenta, Catalina empezó a tararear una canción. Empezó a dar vueltas sobre sí misma. Y creyó que estaba bailando un vals. Pese a que estaba sola en el jardín.
Se apoyó en el tronco de un árbol y lo rodeó mientras reía feliz.
Un columpio, pensó. Nuestra casa tendrá un columpio. Pasearemos en él a nuestros hijos.
Queta fue a buscar a Catalina. La encontró en el jardín y pensó que la joven se había vuelto loca. La vio bailando ella sola un vals, pese a que no se oía ninguna música. El Sol dio de lleno en Catalina y le confirió un imagen sobrenatural.
-Señorita Catalina, sus hermanas la están esperando en el salón para tomar el té-le informó.
Catalina se detuvo con las mejillas arrobadas. Se sentía un poco tonta por haber sido sorprendida mientras bailaba. Pasó por al lado de Queta mientras esbozaba una tímida sonrisa. Su cabello estaba suelto y flotaba al viento mientras bailaba. Del mismo color de la miel...
-Voy a arreglarme-le informó a la criada.
Queta había visto una extraña mancha de color carmesí aquella mañana en la cama de Catalina. Quería pensar que era la menstruación, que le había bajado. Pero tenía una sospecha en su mente que no la dejaba tranquila.
Queta cerró la puerta. Mientras, Catalina subió a su habitación a arreglarse un poco antes de bajar al salón.
Sentadas en el sofá del salón estaban María y Sara. María estaba bordando un pañuelo. Mientras, Sara le leía un libro en voz alta. Se llamaba "Oliver Twist" y era un libro que estaba teniendo bastante éxito en Inglaterra. Lo había escrito un tal Charles Dickens.
-"Ese chico se hará ahorcar"-leyó Sara-"Sí, se hará ahorcar".
-¿Lo quieren echar del orfanato sólo porque ha pedido una ración más de comida?-se maravilló María-¿En qué están pensando esa gente? No es gente. Es gentuza.
-Matan a los críos de hambre-se lamentó Sara-Lilith me ha dicho que eso es algo que pasa en muchos orfanatos. Tienen a muchos huérfanos a su cargo. Cree que es como una forma de encontrarles un hueco.
-Tu amiga tiene un sentido del humor demasiado macabro a mi parecer.
-Hola-las saludó Catalina.
Se sentó al lado de Sara, que quedó en medio entre Catalina y María.
-No te hemos visto por aquí en todo el día-observó María-¿Dónde te habías metido?
-He estado ocupada-contestó Catalina.
Don Enrique había salido. Había ido a visitar a don Roberto. Doña Hilda también había salido. Quería entablar amistad con una de las vecinas. No se sabía cuándo regresarían.
Catalina tenía un secreto que quería compartir con sus hermanas.
Sara cogió la tetera y le sirvió una taza de té a su hermana menor.
Estaba triste. Llevaba casi una semana sin ver a Darko. Sus hermanas habían intentado dar con él. Pero no lo habían conseguido. Sara quería pensar que estaba ocupado con su negocio en Londres. ¿Por qué no vendía el club? Le darían una fuerte suma de dinero por él. Podría vivir como un hombre honrado durante el resto de su vida. Sólo iba a granjearse la enemistad de muchos si seguía yendo por aquel camino. Y eso era algo que asustaba a Sara.
-Vamos a salir esta tarde-informó María-Iremos a encomendar telas. Necesitamos vestidos nuevos.
-¡Qué no sean de estos colores tan horribles!-pidió Catalina.
Sara pensó que su hermana estaba muy contenta. Había oído comentarle Queta a la cocinera que la había visto bailando en el jardín.
El Sol entraba de lleno por la ventana del salón. Iluminaba la pared. Los cojines de los sillones...La mesita donde estaba la tetera...La alfombra de estilo persa que cubría el suelo.
Sara bebió un sorbo de su taza de té.
-Tienes razón-opinó. Miró a Catalina-Estos vestidos son horribles. A Darko no le gusta que vista como una vieja solterona.
Por eso, no ha venido a buscarte, pensó Sara. Porque pareces una vieja con esta ropa tan horrible que llevas.
Por la mañana, se sentía sola. Sentía frío al levantarse de la cama.
El tic tac del reloj de pie del salón se le antojó insufrible.
-No podemos llevar ropa distinta a ésta-se lamentó María-Pero yo podría vestir de un modo distinto. Cuando me case con el conde. Vestiré como yo quiera. Inventaré una moda. Y todo el mundo me seguirá. Y vosotras podéis imitarme. Llevad los mismos vestidos que llevo yo. Vestidos que no serán oscuros. Todo lo contrario...
-¿Cómo serán?-inquirió Catalina-No me gustan los tonos pastel. Yo prefiero otros colores. Más alegres...
-¡El rojo!-se entusiasmó Sara-Es mi color favorito. Siempre he querido tener un vestido de ese color. Es el color del amor. De la pasión...
-Y también es el color de la sangre-le recordó María-No me gusta.
Y tampoco le gustaba el color blanco.
El blanco significaba pureza.
Y María no era pura.
No se atrevía a confesárselo a Roberto. De hacerlo, él podría dejarla. Los hombres buscaban una esposa virgen. Debía de recordarlo siempre.
Catalina había soñado despierta en el jardín. Había soñado con el futuro esperanzador que le esperaba a ella y a Stephen.
-Tengo que contaros una cosa-les dijo a sus hermanas-Pero tenéis que jurarme por San Roque que no le diréis ni una palabra de esto a nadie.
Sus hermanas se lo juraron por San Roque.
-Se trata de Stephen y de mí-prosiguió Catalina.
María y Sara intercambiaron una mirada cargada de preocupación. Tenían la sospecha de que había pasado algo entre Stephen y Catalina. Podían percibirlo en el comportamiento de la joven. Aquel día, Catalina parecía que estaba ausente del mundo. Nunca antes la habían visto tan feliz. Pero era una alegría que resultaba inquietante. Aunque contagiosa.
Catalina empezó a hablar de la noche antes. La ventana de su habitación estaba abierta. Unos pasos la despertaron. Vio una sombra masculina reflejándose en la pared de su habitación. Encendió una vela.
-¿Quién era?-le preguntó Sara.
-Era Stephen-respondió Catalina.
Ella llevaba puesto el camisón de dormir.
-¡Dios, no!-gimió María-No sigas.
-Tengo que contároslo-insistió Catalina-Pero no quiero que se lo digáis a nadie. ¡Lo habéis jurado!
-Lo hemos jurado, sí. Pero...Es que...
María cogió una galleta. La mordisqueó con gesto nervioso. Catalina cogió su taza de té. Le echó un terrón de azúcar. Lo removió con nerviosismo.
¿Cómo explicar la emoción que la embargó cuando Stephen se coló por la ventana de su habitación?
Soplaba una suave brisa que movía las cortinas de la habitación. Tímidamente, Catalina subió la manta hasta su cuello.
-Tenía que verte-le aseguró Stephen-No podía estar lejos de ti, Cathy.
Se sentó en la cama al lado de la joven. Catalina tragó saliva y tuvo la certeza de lo que Stephen quería de ella. Y decidió que no iba a sentir ningún miedo.
-Stephen...-susurró Catalina.
-¿Qué?-inquirió él.
-Quiero que me toques.
-No me atrevería a hacerlo.
-Has venido a hacerlo.
-No quiero hacerte daño, Cathy.
La ropa de Stephen voló, pero Catalina no quiso quitarse el camisón por pudor. Las manos de ambos se buscaron para acariciarse. Sus bocas se encontraron para besarse. Stephen cayó desnudo encima del cuerpo tembloroso y anhelante de Catalina.
No sintió temor alguno cuando las manos de Stephen la tocaron y la acariciaron.
Se besaron muchas veces. Él llegó a morder, en un arrebato, el cuello de su amada. La abrazó con fuerza y la pegó a su cuerpo. La acarició con auténtica ansia.
Perdió la cuenta de todas las veces que se besaron y que se acariciaron. Catalina sabía que estaba haciendo algo horrible. Horrible según la gente que le rodeaba. Pero su corazón le decía que lo que estaba haciendo estaba bien. Porque era lo que ella deseaba hacer. Porque amaba a aquel hombre.
Stephen llenó de besos cada porción del cuerpo de Catalina. Lamió cada centímetro de su piel. Le subió el camisón hasta las caderas. Quería conocerla y explorarla con sus manos y con sus labios.
-Haz conmigo lo que quieras-la invitó el hombre.
Las manos tímidas de Catalina acariciaron aquel cuerpo esbelto masculino. Stephen bajó las mangas del camisón de Catalina para besarle los hombros. Besó con arrebato su cuello.
Devolvió uno por uno cada uno de los besos que Stephen le daba. Lo abrazaba con furor. Lo besaba con pasión. Quería mostrarse deshinbida.
Pero se sintió extrañamente incómoda cuando Stephen recorrió con sus labios la base de su escote. O cuando chupó sus pezones, que asomaban por el camisón.
Sintió las manos de Stephen acariciando con suavidad sus muslos. Invitando a abrirlos para poder acomodarse entre ellos.
Se asustó al sentir su virilidad cerca de su hendidura.
-No tengas miedo-le pidió Stephen-Dolerá. Pero sólo será por esta vez.
-¿Y qué pasará después?-le preguntó Catalina.
-Después, disfrutaremos. Te haré vibrar.
-Promételo.
Y le dolió. Nadie la libró del dolor.
No pudo disfrutar completamente de aquella entrega total al hombre que más amaba en el mundo.
Se durmió con la cabeza apoyada en el pecho de Stephen, que la abrazaba con fuerza.
Pero él tuvo que irse antes del amanecer. Y la despertó para darle el último beso.
-Te amo y siempre te amaré-le aseguró.
Se vistió. La besó de nuevo. Y se marchó antes de dirigirle una mirada cargada de anhelo. Catalina se acostó de nuevo en la cama y se durmió pensando en Stephen.
Cuando se despertó, Catalina se arregló el camisón. Tenía la sensación de que alguien la había visto. Que sabía lo que había pasado entre aquellas cuatro paredes. Cerró la ventana de su habitación. La dejé abierta anoche, pensó. El reloj de cuco dio la hora. Las nueve de la mañana. No tenía un diario. No era como Sara, que sí tenía un diario. Escribía sus sentimientos y sus pensamientos en él. María tampoco tenía un diario.
Decidió que nadie la ayudaría a vestirse aquel día.
Se levantó de la cama. No quiso ni ponerse las zapatillas. Tenía las señales visibles en su cuerpo de la pasión de Stephen. Sus mordiscos y sus besos...
Maldecía el pudor que había sentido ante él. No pudo haberse desnudado ante Stephen. Y él quería verla desnuda. Quería ver cómo era su cuerpo sin la tela que lo cubría todos los días. Pero Catalina no fue capaz de despojarse del camisón. El miedo se apoderó de ella.
Aquella mañana, Queta no entró en la habitación de Catalina a ayudarla a vestirse. La joven decidió vestirse ella sola. Se sentía rara mientras se ponía el vestido gris que llevaba puesto. Le dolía un poco la entrepierna.
Se lavó ella sola después de echar agua en el aguamil. Se cepilló y se peinó como pudo su cabello tras haberse vestido. Ya no sangraba.
Le habían dicho que su primera vez le dolería. Y así había sido. Pero el dolor había valido la pena. Sin embargo, en la nube en la que flotaba, se le olvidó hacer ella misma la cama. O, al menos, ocultar la prueba de lo que había pasado aquella noche en su alcoba.
-¿Te has vuelto loca?-se escandalizó María.
-Creo que Cati ha hecho bien-opinó Sara.
-Y yo creo que os habéis vuelto las dos locas. ¿Cómo puede estar bien el haberse entregado a ese hombre?
María tenía los ojos llenos de lágrimas.
-Padre no quiere que se case con mister Winter-le recordó Sara-Pero, si Cati se quedara embarazada, cambiaría de opinión.
-O la mandaría a algún convento-replicó María.
Tenía el rostro rojo. Parecía que la habían abofeteado.
-Entiendo que estés enfadada conmigo, Mari-afirmó Catalina-Pero lo he hecho porque quería hacerlo. Porque estoy enamorada de Stephen. Tanto que quería ser suya en cuerpo y alma.
-Tendrías que haber esperado a estar casados-le recriminó María.
-Me voy a casar con él.
-Los hombres son raros. Pueden cambiar de idea si así lo quieren.
-Stephen no es así, Mari.
Pero su hermana no sabía qué pensar.
Bebió un sorbo de su taza de té. Estuvo a punto de atragantarse. La galleta que estaba comiendo Sara le pareció asquerosa.
Las tres hermanas decidieron salir a dar un paseo.
-Iremos a encomendar las telas-decidió Sara mientras se ponía de pie.
María y Catalina la secundaron.

martes, 17 de julio de 2012

PLEAMAR/CRUEL DESTINO 37

Las noticias procedentes desde España llegaban con cierto retraso a Truro. Mariano José de Larra, uno de los escritores favoritos de María, se quitó la vida en febrero. Pero la noticia no llegó a Truro hasta abril.
Don Enrique devoraba los periódicos españoles a los que estaba suscrito.
Quería saber cómo iba avanzando la guerra en España. Se enteró de la batalla de Oriamendi antes de que el periódico llegara a su casa. La Legión Auxiliar Británica había ayudado en aquella ocasión a las tropas isabelinas en su batalla contra el Ejército Carlista.
Por lo visto, las tropas isabelinas iban avanzando poco a poco. Pero también se sabía que los carlistas resistían.
Se tuvo conocimiento del decreto de desamortización de Mendizábal, Presidente del Gobierno. Las propiedades de la Iglesia pasaron a manos de la Nación y fueron sacadas a subasta de forma pública.
La guerra duraba cuatro años. El país se estaba quedando poco a poco en la ruina. Había que recaudar dinero para evitar un desastre.
En el mes de junio, moría el Rey Guillermo IV.
La noticia corrió como la pólvora por Truro. La cocinera se lo contó a Queta. La joven estaba de rodillas, fregando el suelo.
-No es mi Rey-afirmó Queta.
-Deberías de preocuparte, niña-le reprochó la cocinera-Vives en este país. Deberías de mostrar un poco de compasión.
-Mi Rey murió hace cuatro años. Ni siquiera sé quién gobierna en mi país. Que es España.
-Subirá al trono su sobrina Victoria.
-¿Y a mí qué me cuentas?
-¡No hay quién hable contigo!
La vida de Queta no había cambiado desde que llegó a Londres. Se contentaba pensando que las hijas de sus señores se quedarían solteras. Pero la idea de que ocurriera un escándalo la angustiaba. Porque odiaba los escándalos. Y uno la podría salpicar. Y...
La vida de Queta consistía en fregar suelos. En coser los vestidos de las hijas de sus señores. En limpiar el polvo. En lavar la ropa.
El Rey Guillermo había fallecido en el Castillo de Windsor, en la ciudad del mismo nombre, en el condado de Berkshire. Fue enterrado en la Capilla de San Jorge, situada en el mismo Castillo.
Al enterarse, doña Hilda se puso a rezar el rosario.
-¡Qué Dios le guíe!-afirmó-¡Y que no vaya al Infierno!
-¿Por qué va a ir el Rey al Infierno, madre?-inquirió Sara.
-Ponte de rodillas y reza. Era protestante. No era como nosotros.
Sara se limitó a obedecer. Le hacía gracia el ver a su madre rezar por el alma de un Rey protestante. Doña Hilda cogió su rosario. Rezaba mientras sus dedos se movían por las cuentas de nácar. Sara movió los labios. Pensó que Londres estaría animado. La sobrina del recién fallecido monarca, Victoria, sería coronada Reina. Y Victoria era joven.
¡Oh, cómo deseaba estar en Londres! Podría ver a Darko con más facilidad. Debía de comentárselo a sus padres. Éstos no se opondrían.
Aquella noche, Sara se cepilló su largo cabello de color azabache ante el espejo. Sus ojos tenían un brillo travieso. ¡Estaba a punto de ver de nuevo a Darko!

sábado, 14 de julio de 2012

EL PARQUE DEL RETIRO

Es uno de los iconos más característicos de Madrid. El Parque del Retiro. Es rara la película que no transcurra en Madrid en la que no aparezca este hermoso lugar. Uno de los principales puntos de interés turístico de la ciudad.
Hay que buscar el origen del Retiro en el siglo XVII. Entre los años 1630 y 1640, el conde duque de Olivares le regaló al Rey Felipe IV unos terrenos que habían sido cedidos por el duque de Fernán Núñez para el recreo de la Corte. Estos terrenos estaban cerca del Real Alcázar. Eran boscosos y resultaba agradable estar allí.
Se construyeron allí edificios tan emblemáticos como el Palacio del Buen Retiro y el Teatro del Buen Retiro, hoy desaparecidos. Aún perduran el Casón del Buen Retiro, el antiguo Salón de Baile del Palacio y un ala de dicho Palacio decorada con cuadros de Velázquez.
El Estanque grande, el Estanque ochavado y la Ría chica, donde uno puede pasear en barca, son de este periodo inicial.
A lo largo del siglo XVIII, se introdujeron más elementos como la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro y el Observatorio Astronómico.
El Rey Carlos III fue el primero en abrir este espectacular lugar al público con la condición de que fueran limpios y aseados.
El jardín quedó parcialmente destruido al ser utilizado como fortificación por parte de las tropas francesas. Entre los elementos destruidos quedó el Palacio.
Al acabar la guerra, el Rey Fernando VII regresó a España y abrió una parte del Retiro a los ciudadanos. Reservó otra parte para la construcción de edificios para su ocio, como la Casita del Pescador, la Montaña Artificial y la Casa del Contrabandista. Estos edificios todavía se conservan.
Durante el Reinado de Isabel II se abrió otra parte más para disfrute del público.
Tras el triunfo de la Revolución La Gloriosa, en 1868, El Retiro se abre oficialmente entero al público. Dos de sus estanques, la Ría Grande y el Estanque de San Antonio de los Portugueses, se convierten en paseos para coches. Se colocan las fuentes de la Alcachofa y de los Galápagos. La Real Fábrica de Porcelana había quedado destruida. En su lugar, se erige la Fuente del Ángel Caído.
El Retiro tiene muchos puntos de interés interesantes.
El Paseo de la Argentina es el más interesante. También es conocido por el Paseo de las Estatuas porque está flanqueado por numerosas estatuas, todas ellas representando a los Reyes que han habido en España.
La Puerta de España data del año 1893. Es la puerta de acceso al Retiro desde la calle Alfonso XII.
El Monumento a Alfonso XII que se encuentra casi en el centro del Retiro.
En el Paseo de Venezuela nos encontramos con el Monumento a Ramón y Cajal.
La Fuente de la Alcachofa, hecha de piedra caliza lo que es la fuente y de granito lo que es la alcachofa, data de entre los años 1781 y 1800. Se encuentra en las inmediaciones de la Puerta de Atocha.
Hubo un zoológico en el Parque del Retiro. La Casa de las Fieras, creada por Fernando VII y mejorada por Isabel II. En la actualidad, este zoológico se encuentra en la Casa de Campo.
Los jardines. Es uno de los lugares más entretenidos del Retiro. Kioscos para tomar algo, titiriteros que amenizan el paseo y entretienen a los más pequeños, echadores de cartas...Todo eso y más puedes encontrar dando un paseo por los jardines.
Cuando uno va a Madrid, es casi obligatorio visitar el Retiro. Ha sido escenario de exposiciones. De encuentros entre los amigos. O de encuentros románticos. Punto neurálgico, a mi parecer, de la vida social de Madrid. No sólo de antes, sino también de ahora. Tomarse algo en sus kioscos. O dar un paseo en una de las barcas de sus estanques. O pararse junto a una de sus fuentes. Uno casi puede escuchar el rugido de las fieras del antiguo zoológico. O imaginar a un grupo de nobles bailando en el antiguo Salón de Baile. Es una magnífica manera de viajar en el tiempo a una época lejana e inolvidable.

viernes, 13 de julio de 2012

DE LO QUE SE COMÍA EN LA EDAD MEDIA

Lo hemos visto muchas veces. Tanto en el cine. Como en la televisión.
Hemos visto esas mesas llenas de comida. Hemos visto a nobles atiborrándose a carne que comían con las manos. Fuera del castillo, el pueblo llano pasaba hambre. En el interior del castillo, todo era alegría y diversión. Fuera, el pueblo sufría.
La Edad Media es uno de los periodos más oscuros de la Historia. Fue la época en la que se creyó que se acababa el mundo cuando apareció la peste negra. Y recorrió toda Europa llevando la muerte y la destrucción por doquier.
Los banquetes que se celebraban en el interior de los castillos son una de las imágenes más famosas de la Edad Media. Junto con los duelos con las lanzas...Y las guerras...Y la Santa Inquisición...O los bailes...
Sin embargo...¿Qué era lo que comían aquellos nobles? ¿Qué era lo que comían también sus siervos? ¿Aquellos banquetes eran tan frecuentes como se nos da a entender en las películas? Será mejor que lo comprobemos.
Es cierto que los nobles usaban la carne casi como única comida cuando se celebraban sus tan comentados grandes banquetes. Y usaban para condimentar la carne un curioso trío a modo de especie, sin ser especie. Queso, azúcar y canela. Jabalíes, perdices...Eran las carnes favoritas de los grandes nobles. Las presentaciones solían ser atípicas. Las perdices (o cualquier otro pájaro que había sido cazado) eran presentadas sin desplumar. A los jabalíes se les decoraba con oro. Sí, sí...¡Con oro! Lo que me lleva a preguntarme si existe algún tipo de oro que sea comestible. En otros casos, esos animales llevaban una sorpresa dentro que consistía en que habían sido rellenados con otro animal mucho más pequeño.
Una de las comidas que más auge tuvo en esta época fue la sopa. Se elaboraba con habas, huevos, guisantes, calabaza, hinojos y arroz. Por supuesto, es una sopa muy distinta a la que nosotros conocemos. Hemos visto en muchas películas ollas llenas de caldo en la cocina. Y vemos cómo las ollas se van haciéndose en el fuego.
Un plato muy típico de esta época era la "sopa dorada". ¡No piensen mal! Se tostaban unas rebanadas de pan. Se hacía una salsa con azúcar, vino blanco, yemas de huevo y agua de rosas. Las rebanadas tostadas se empanaban bien en esta salsa. Se freían. Y se les echaba de nuevo agua de rosas junto con azúcar y azafrán.
En Cuaresma, no se comía carne. Entonces, los pescados se convertían en el plato principal. Tanto si se trataba de carne como si se trataba de pescado, no se desperdiciaba nada. ¡Se comían hasta los órganos de los animales! No se podía ni siquiera beber leche de cabra, de oveja o de vaca en Cuaresma. Eso estaba prohibido. Se bebía, entonces, leche de almendras.
Los huevos y la leche se utilizaban para elaborar el queso y la mantequilla. Es en esta época donde más abundan los cereales, las legumbres, las frutas y las hortalizas. Estos productos formaban parte de la dieta de los campesinos. A veces, éstos comían hierbas y raíces. El contraste entre su forma de vida y la forma de vida de los nobles era bien visible. Las enfermedades se cebaban con el campesinado de la época.
Podías encontrar muchas clases de frutas. Podías encontrar desde moras hasta granadas. Pasando por higos...Uvas...Sandías...Melocotones...Membrillos...
En cambio, no había tantos frutos secos. Eso sí, podías encontrar entre los frutos secos almendras, avellanas, castañas, nueces, etc.
Los miércoles, los viernes y los sábados, así como durante la vigilia y la Cuaresma, la Iglesia dictaba que no se podía comer grasas animales. Salvo el previo pago de la bula que hacía que pudieras comer carne. Y que estaba al alcance de unos pocos.
Las carnes se comían con las manos al no existir cubiertos en esta época. Las sopas se servían en cuencos. Se cogían los cuencos. Y se sorbía la sopa.
A la hora de servir una ensalada, la lechuga no se troceaba. Los comensales la cogían con las manos y se la comían. En ocasiones, se servía la fruta en primer lugar, en vez de postre. Esto se hacía para que los comensales hicieran bien la digestión después de la opípara cena.
La realidad se ajusta, en este caso, a la ficción. Como también se ajustan las desigualdades sociales de esa época. Pero eso es otra historia. En otra entrada, me ocuparé de hablar un poco de este tema.
Quizás la Edad Media fuera una época oscura, cargada de supersticiones, de guerras, de enfermedades, de hambre y de miedo. Pero muchos de nosotros hemos soñado con ser un caballero que lucha por una dama. Con ser la dama de un castillo. Y entregar una prenda a un caballero como señal de nuestro amor por él. Una época cargada de contradicciones...Como todas las épocas de la Humanidad, para ser justos.

miércoles, 11 de julio de 2012

LA REINA VICTORIA PARTE 1

Es, sin duda, la Reina más famosa de toda la Historia. Su Reinado fue uno de los más longevos. Sin un derramamiento de sangre, extendió su poder por toda Europa. Y lo hizo como se hacía antes. Mediante ventajosos matrimonios.
Estoy hablando de la Reina Victoria de Inglaterra.
Su historia es muy larga y muy intensa. Como sus años de Reinado.
He decidido contarla por partes. Pienso que vale la pena conocer a una mujer tan fascinante y las circunstancias que le tocó vivir tanto a nivel social como a nivel familiar. Unas circunstancias que vinieron marcadas incluso antes de su concepción.
Vino al mundo el 24 de mayo del año 1819. Era la hija de Eduardo, duque de Kent y hermano del Príncipe George. Eduardo permaneció soltero, aunque tenía muchas amantes, hasta que la muerte de su sobrina, la Princesa Carlota, única hija legítima del Príncipe George, falleció en el año 1818, abriendo serias dudas acerca de la sucesión. El siguiente en la línea sucesoria, el duque de York, se había separado de su mujer 27 años antes sin haber tenido descendencia y sin posibilidad alguna de volver a estar juntos. Todo un escándalo, sin duda, no sólo para la época, sino también para la Familia Real.
El duque de Cumberland sólo había tenido dos hijas que habían nacido muertas. Mientras, los hijos del duque de Sussex estaban apartados de la línea sucesoria, debido a que se había casado sin el consentimiento del Rey, por lo que, según el Acta de Matrimonios Reales, su matrimonio era nulo.
Los duques de Kent, de Clarence y de Cambridge no tardaron mucho en contraer matrimonio. El duque de Clarence ascendió al trono en el año 1830, tras la muerte de su hermano, Jorge IV. Había contraído matrimonio con la Princesa Adelaida de Sajonia-Meiningen, con la edad suficiente como para ser su hija. La Princesa concibió hasta en cuatro ocasiones. Dio a luz a una niña que nació muerta e idéntica suerte corrieron sus hijos gemelos. Su única hija, Isabel, apenas vivió tres meses a su nacimiento.
Tuvo numerosos hijos ilegítimos, pero ninguno de ellos podía acceder al trono.
A la muerte de Guillermo IV, el trono pasó a manos de su sobrina Victoria de Kent. Era el año 1837.
El duque de Ken se había casado en el año 1818 con Victoria de Sajonia-Coburgo-Saalfeld, viuda del Carlos, duque de Leningen, con el que había tenido dos hijos, Carlos y Fedora. La boda se celebró por poderes en Coburgo el 29 de mayo de 1819 y en persona el 13 de julio de ese mismo año. Hay que decir que la ceremonia fue doble, ya que el por entonces duque de Clarence se casó ese mismo día con la Princesa Adelaida.
Sin embargo, el duque de Kent tenía numerosas deudas y una mala relación con el Príncipe Regente, que se negaba a ayudarle económicamente. El duque y su mujer se fueron a vivir a Alemania. Allí, se supo que la duquesa iba a ser madre. El duque decidió que era importante que su hijo naciera en Inglaterra. Con la ayuda de unos amigos, reunió una cantidad de dinero para regresar a su país y pagar sus deudas. Él y su mujer se instalaron en el Palacio de Kensington. Allí, la duquesa daría a luz un mes después de instalarse.
La única hija de la pareja, Victoria, llegó cuando no hacía ni un año que se habían casado.
El bautizo de Victoria se celebró en la Sala de la Cúpula del Palacio de Kensington, siendo oficiado por el obispo de Canterbury. Fue apadrinada por el Zar Alejandro I (siendo representado por el tío de la recién nacida, Federico de York), por el mismísimo Príncipe de Gales, por su abuela materna (la duquesa Augusta) y la hija del Príncipe de Gales, Carlota.
Fue llamada Alejandrina Victoria.
Por desgracia, siete meses después del nacimiento de Victoria, el duque de Kent enfermó de neumonía y falleció. El despuesto y anciano Rey Jorge III falleció seis días después. Entonces, el Príncipe George, que había ejercido como Regente hasta la fecha, fue coronado Rey.
El Acta de la Regencia de 1830 incluía una cláusula especial que incluía que, en el caso de morir el Rey antes de que Victoria cumpliera los dieciocho años, su madre se convertiría en Regente hasta la mayoría de edad de la niña. El Rey Guillermo declaró que quería vivir hasta que Victoria cumpliera dieciocho años para evitar que su cuñada accediera al trono. Las relaciones entre ambos eran ya muy tensas.
Se cuenta que la duquesa de Kent era muy protectora con su hija, quizás para protegerla de las desgracias que se habían cebado con su familia y consciente de que Victoria era la heredera al trono. La duquesa quería que Victoria dependiera de ella y del mayordomo, sir John Conroy. De este hombre se decía que era el amante de la duquesa. Cierto o no, se dice que usó su influencia en ella para alejarla de su hija. Para ello, le decían con quién debía de hablar y a quién debía de evitar.
Durante mucho tiempo, Victoria no pisó la Corte. La duquesa quería evitar todo contacto no sólo con los hijos ilegítimos de su marido, sino también con los hijos ilegítimos de sus cuñados, ya que la mayoría formaban parte de la Corte.
Victoria fue una niña melancólica y solitaria. Pasaba el tiempo jugando con sus muñecas y con su perro, un toy spaniel inglés. Aprendió a hablar francés, italiano, alemán y latín.
Entre los años 1832 y 1835, hizo varios viajes por distintos pueblos de la campiña inglesa que disgustaron enormemente al Rey. Victoria no quería seguir adelante con estos viajes, pero su madre la obligó. En 1836, cayó enferma y Conroy quiso aprovecharse de su enfermedad para que le hiciera su secretario personal. Victoria se negó. Por aquella época, su relación con su madre iba a peor.
Para entonces, ya se estaba pensando en buscarle un marido a Victoria. El Rey pensaba casarla con el Príncipe Alejandro de los Países Bajos. Mientras, Leopoldo, Rey de Bélgica y hermano de la duquesa, prefería a su sobrino Alberto, hijo de su hermano Ernesto, como marido de Victoria. Ya entonces, las inclinaciones de Victoria iban dirigidas hacia Alberto y no hacia Alejandro, si bien no se anunció en aquella época ningún compromiso formal entre ambos.


CONTINUARÁ...

lunes, 9 de julio de 2012

HYDE PARK

Todos hemos querido pasear por él. Hyde Park, el parque más famoso de todo Londres.
Ha sido testigo de los encuentros de los protagonistas de muchas de nuestras novelas románticas favoritas. Toda joven que debute en sociedad tiene que ir a pasear por Hyde Park.
Fue el escenario de la Gran Exposición de 1851 (tema que trataré en otra entrada) y se construyó en él un Palacio de Cristal.
No sólo es un lugar para pasear. O para relajarse a orilla del lago Serpentine, que lo divide en dos. Hyde Park ha sido testigo de numerosas manifestaciones de grupos tanto feministas como pacifistas. Y también ha sido testigo del horror. En 1982 dos bombas del IRA Provisional acabaron con la vida de ocho personas allí.
Hay también tiempo para la música. La portada del albúm "Beatles for Sale", de los Beatles, fue tomada precisamente allí en el año 1964.
En su origen, fue un coto de caza privado para el Rey y los miembros de la Corte. Se abrió al público en el año 1637 para que todo el mundo pudiera disfrutar de su belleza e inmensidad (se dice que es más grande que el Principado de Mónaco, que ya es decir).
Fue a mediados del siglo XVIII cuando se creó el lago Serpentine, que es el que divide el parque en dos.
Se puede atravesar el lago gracias al puente de Long Water, diseñado en el año 1826.
Entre los años 1824 y 1825 se construyó la Gran Entrada a Hyde Park. Consta de una pantalla de columnas jónicas con tres arcos de entrada para carruajes, dos entradas peatonales y una casa para el guardia del parque.
Un jardín de rosas fue añadido en el año 1994.
Uno no puede ir a Hyde Park sin visitar el Memorial de la Princesa Diana de Gales, un anillo de piedra ovalada que fue inaugurado en julio del 2004.
En resumen. Hyde Park no es sólo un lugar que puede servir de encuentro romántico para los protagonistas de nuestras novelas románticas.
Es uno de los lugares más bellos de toda Inglaterra. Que ha sido testigo de lo mejor y de lo peor de la Historia inglesa. Un sitio que vale la pena explorar y descubrir.

sábado, 7 de julio de 2012

ALMACKS

Es, sin duda, el lugar con el que todos hemos soñado visitar alguna vez. Y bailar.
Se trata de Almacks.
La gran mayoría de nuestras novelas románticas favoritas muestran un baile que se celebra en Almacks.
Fue uno de los primeros clubes londinenses que admitía tanto a hombres como a mujeres. Un comité formado por las damas más influyentes de la sociedad de la época era el que lo presidía.
La única actividad conocida del club eran los bailes que se celebraban allí. Se celebraban sólo los miércoles por la noche. Sólo estaba permitida la entrada a todos aquellos que compraban el vale anual. Éste costaba unas 10 guineas. Este vale significaba el pase para entrar a formar parte de lo más granado de la alta sociedad de la época. Las damas que presidían el comité se reunían los lunes por la noche. Allí, decidían quién era admitido y a quién expulsaban.
¿Os lo imagináis? La vida social de muchas personas de la alta sociedad dependían de estas damas.
Encajaban en el perfil de la matrona cotilla que aparece en muchas de nuestras novelas románticas favoritas. Ellas eran las que decidían a quien se apartaba de la alta sociedad y a quién debían de admitir. 
Almacks era un edificio muy modesto.
El dinero no era necesario para ser incluido en el club.
Los nuevos ricos eran excluidos de allí. Tener título era importante. Los miembros debían de poseer, además, otras dos cosas. Buena educación. Y unos modales refinados. Se conocen casos de personas que no poseían mucho dinero. Pero sí tenían buena educación y eran refinados. Y fueron admitidos en Almacks.
No se servían allí comidas suntuosas. No tenían nada que ver con los bailes que se celebraban en las casas de las familias más influyentes de Londres. Bailes en los que se gastaba mucho dinero.
No se servían grandes cantidades de comida. Se servía pan cortado en rebanada fina y untado con mantequilla. Nada que ver con los canapés que se servían en las casas más lujosas de la ciudad. Para beber se servían té y limonada. Así se evitaba el escándalo de observar borrachos a los caballeros.
Se iba a Almacks principalmente para lucirse.
Para entablar relaciones con otros miembros de la alta sociedad. Era el lugar favorito donde buscar un marido. O donde buscar una esposa. Almacks se convirtió en el epicentro del Mercado Matrimonial de la época.
En la actualidad, Almacks ha sido sustituido por un edificio de oficinas. Pero una placa conmemora la existencia del club.
Y uno puede estar allí trabajando con el ordenador. Cerrar los ojos e imaginar que está en otra época. Suena una orquesta. Y baila el vals.

jueves, 5 de julio de 2012

EL ROMANTICISMO

He de confesarlo.
Mi periodo favorito de la Historia es el Romanticismo. Es una época cargada de pasión y de rebeldía. Nació como una manera de rebelarse contra el racionalismo propio de la Ilustración. Lo prioritario en este periodo de tiempo son los sentimientos. No la razón.
El Romanticismo se desarrolla a lo largo de toda la mitad del siglo XIX.
El hombre se presenta como un ser universal. Individual. No como una parte de un colectivo.
El liberalismo se enfrenta al despotismo ilustrado. El deseo de libertad contra la actitud paternalista de los dirigentes.
La lucha de la persona por ser ella misma. Incluso siendo diferente al resto.
El poeta se convierte en una especie de genio creador en lo relacionado con su obra.
No se quiere seguir el modelo a imitar de la cultura clásica. El artista busca su propio estilo.
La obra no tiene porqué ser perfecta. ¿Por qué no puede tener sus fallos? No tiene porqué acabarse. ¿Por qué no puede dejarse sin acabar?
Todo eso es lo que busca el artista romántico. Romper con los convencionalismos de su época.
Para ello, no se vacila a la hora de convertir en héroes a antihéroes como los piratas, Don Juan Tenorio o Prometeo. El dios que robó el fuego a los dioses para dárselo a los humanos. En la poesía, se mezcla la prosa con el verso. Se trata de romper cualquier norma relacionada con la métrica de la poesía, con la tradición de la misma. La acción de las obras literarias transcurren en ambientes oscuros y en ruinas. Como ocurre en "El estudiante de Salamanca", que alcanza su cénit en un cementerio.
La búsqueda de la libertad, la pasión desatada, el amor libre, la individualidad...Todo eso era lo que se perseguía durante el Romanticismo.
Sin embargo, en muchas obras escritas durante este periodo, el héroe o la heroína románticos chocaban con la realidad. Ellos sólo tenían su carácter idealista. Y la realidad era miserable. Los amores románticos se truncaban. Y el héroe o la heroína sólo veían una solución a sus problemas y esa solución no era otra que el suicidio.
Es la época en la que nace la novela por entregas o folletines. Es el periodo en el que aparece la novela gótica o de terror, tan bien encarnada en "Frankenstein".
Uno de los grandes autores románticos de nuestro país es Gustavo Adolfo Bécquer. ¿Quién no ha oído hablar de sus famosas "Leyendas"? Historias que él recogió en un libro. Historias que reflejan a la perfección la idea del Romanticismo. El héroe que busca su propia individualidad, como es el caso de Manrique, el joven solitario protagonista de "El Rayo de Luna". La pasión desatada de los protagonistas de "La cueva de la mora", un soldado cristiano y la hija de un alcaide moro.
Una obra que refleja bien todo el sentir del Romanticismo es, sin duda, "Carmen", de Prosper Merrimée. El carácter rebelde de los protagonistas, su deseo de ser libres por encima de todo, el amor que se profesan... Una historia de amor que está abocada a un final trágico.
Pero, sin duda, la obra cumbre del Romanticismo es, por encima de todas, "Cumbres borrascosas". Heathcliff y Cathy son dos jóvenes rebeldes. Desean ser libres y se han enamorado de manera apasionada. Su historia, como ya sabemos, no tiene un final feliz. El ambiente en el que transcurre la historia es lúgubre. Los páramos adquieren una apariencia fantasmal. Quizás, debido, a los fantasmas que habitan en ellos. Los fantasmas de Frances, de Hindley, de Cathy, de Linton, de Isabella...Incluso, el propio fantasma de Heathcliff.
No es de extrañar que muchas de nuestras historias favoritas transcurran en esta época. Héroes y heroínas rebeldes...Amores apasionados...Y es que hay cosas que nunca cambian. Y nuestro deseo de amor, de libertad y de rebeldía forma parte del ser humano.