martes, 7 de agosto de 2012

CRUEL DESTINO

              Una nube negra tapó el Sol.
              Katherine estuvo hablando durante mucho rato.
              Estaba a solas con sus hermanas. Se sentía capaz de contarles cualquier cosa.
              Sus hermanas la escucharon en silencio. Percibieron la angustia en la voz de Katherine. Las dudas que la rondaban. No se arrepentía de haberse entregado a Stephen. Pero sí tenía miedo por las consecuencias que podía tener aquella entrega.
-Stephen piensa que me he quedado embarazada-afirmó Katherine-Y no quiere que nuestro hijo, de existir, nazca fuera del matrimonio. Quiere que nos casemos. Y padre y madre se oponen a nuestra boda. Ya lo sabéis.
               Intentó mostrarse serena. Pero la angustia que reflejaba el tono de su voz la delataba.
               Katherine trazó con el dedo un dibujo en la arena.
               No había nadie allí. Estaba sola con sus hermanas. Katherine sintió una punzada de dolor dentro de su pecho. ¿Y si era la última vez que compartía confidencias con Sarah y con Mary?
-Stephen me ha propuesto que huya con él-prosiguió Katherine-No sé qué hacer.
               Se hizo el silencio.
             Sentada en la arena, Katherine contemplaba la playa. Sus ojos estaban llenos de lágrimas. ¿Y si era la última vez que veía el mar? Se encontraba sentada en medio de Mary y Sarah. Las tres guardaban silencio. A lo lejos, había una pareja que paseaba. Delante de ellos, iba corriendo una niña. El mar parecía estar susurrándole algo a las hermanas Wynthrop. Son sólo olas, pensó Katherine. Les toca a ellas hablar después de lo que les he contado. Lejos de casa, Katherine tuvo el valor de sincerarse con María y con Sarah. De hablarles de sus dudas. De sus miedos...De contarles lo que le había propuesto Stephen.
              Huir juntos.
-¿Qué me decís?-les preguntó Katherine a sus hermanas-Os habéis quedado calladas.
-No se trata de una decisión que Mary o yo debamos de tomar-respondió Sarah-Esa decisión la tienes que tomar tú. Padre se opondrá a tu boda con mister Winter.
-Pero él tiene razón en una cosa, Sarah-matizó Mary-Y es que Catalina podría estar esperando un hijo suyo. El escándalo sería terrible. Un hijo fuera del matrimonio...Tienen que casarse. ¡Deben casarse! Aunque padre se oponga y madre se desmaye al saberlo.
             Katherine cerró los ojos. Pensó que sus hermanas tenían razón. Le tocaba a ella tomar una decisión. ¿Por qué le costaba tanto trabajo ahora decidir? Se trataba de ser feliz al lado del hombre que amaba. Antes, habría luchado contra viento y marea con tal de estar al lado de Stephen. No debía de ser una cobarde. No cuando estaba en juego su felicidad. No cuando estaba en juego su futuro. Y, además, podía estar embarazada.
             ¿Qué más necesitaba para decidirse?



-Cathy, ¿de verdad estás enamorada de mister Winter?-le preguntó Mary-Sé que estuviste enferma por mi culpa, por irme de la lengua con nuestros padres. Pero quiero pensar que estás enamorada de verdad de él. Y que no estás enamorada de un ideal. De lo que crees que debería ser amor.
-¡Amo a Stephen con toda mi alma!-respondió Katherine con vehemencia-¡Daría mi vida por él! No es que yo esté enamorada del amor o de un ideal. Se trata de que amo a un hombre de carne y hueso.
-Entonces, tú misma has tomado una decisión-observó Sarah.
           ¡Y era verdad, maldita sea!, pensó Katherine. En el amor, había que arriesgarlo todo. Sólo así se conseguía ser feliz. Y ella tenía que arriesgar si quería ser feliz al lado de Stephen. Tenía mucho a su favor. Y tenía un buen motivo para dar un paso adelante. Miró a Sarah. Miró a Mary. Y se le rompió el corazón al imaginar lo mucho que las echaría de menos. Estaba siendo egoísta. Pero tenía que serlo por su bien, por el bien de Stephen y por el bien del posible bebé que estaba creciendo en su interior.
-Os quiero muchísimo-afirmó Katherine.
            Mary y Sarah la abrazaron.
-¿Cuándo se lo dirás a Stephen?-quiso saber Sarah.
-Esta noche vendrá a verme al jardín-contestó Katherine-Entonces, le diré que he tomado una decisión. Y que me iré con él adonde sea.
-Sabes que cuentas con nosotras para lo que sea-le prometió Mary-Te queremos muchísimo, Cathy.
            Se separaron y las tres tenían las mejillas bañadas por las lágrimas. La separación era ya una certeza. Una certeza muy cruel...

2 comentarios:

  1. Sin ganas de nada me acerco a tu espacio para empaparme de tus letras.
    Un capitulo a mi entender dificil para las tres hermanas
    Un besote

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  2. Uno de los momentos más duros para una persona es separarse de un ser querido. María, Sara y Catalina han permanecido juntas en todo momento. Ahora, ven que tienen que separarse. Y eso es muy difícil de asumir.
    ¡Anímate, Anna! Los baches siempre acaban pasando. Aunque hoy esté lloviendo con rabia, mañana hará Sol.
    Un abrazo muy fuerte.

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