viernes, 30 de enero de 2015

LA PETICIÓN

Hola a todos.
Aquí os traigo este relato que transcurre en el siglo XVIII en una isla inglesa situada en el río Támesis. En concreto, está dividido en varias partes para que no resulte pesado.
Se titula La petición y es de corte romántico y bastante más optimista que el anterior.
Espero que os guste.

ISLA DE SANTA MARÍA, EN EL RÍO TÁMESIS, 1750

Quería mucho a su primo Ian. Por ese motivo, estaba tan preocupada por él. La esposa de Ian había caído gravemente enferma. El médico no le daba muchas esperanzas de que viviera. Sin embargo, Christine quería ser positiva. Pensaba que acabaría curándose.
            Su prima política era una mujer joven y fuerte. Nunca antes había estado enferma.
            Sin embargo, Christine no podía evitar estar preocupada. Trataba de disimular cuando estaba delante de Ian. Pero éste la conocía demasiado bien. Christine lo pasaba mal cuando veía al médico practicarle una sangría a la esposa de su primo. La joven estaba tan débil que apenas tenía fuerzas para oponerse.
 __Te vas a poner bien__solía decirle a ésta.
__Sé bien que me voy a morir__se lamentaba la joven.
__¡No digas tonterías!
            Sin embargo, la mujer de Ian había asumido que iba a morir. Le dolía tener que dejar a Ian solo. Su matrimonio había ido mal. La pasión que les unió se esfumó. Pero Ian había sido muy importante en su vida.  
__¡No quiero que Ian se quede solo!__suplicaba.
__¡Claro que no se va a quedar solo!__le aseguraba Christine.
            Le pasaba un paño empapado en agua por la frente. Christine procuró esbozar una sonrisa. El médico estaba a punto de llegar. Su prima política estaba muy alterada. Tenía mucha fiebre. Deliraba.
__Te vas a poner bien__proseguía Christine__Vais a haceros viejos juntos. Y tendréis muchos hijos.
             Se turnaba con Ian para cuidar de su esposa.
 __No dejes que Ian se quede solo__le había pedido Marsali, la prima política de Christine, antes de morir__Búscale una esposa. Una mujer que le quiera de verdad. 
__Te lo prometo__le había asegurado Christine. 
Había pasado un año y Christine no terminaba de creerse que Marsali, aquella escocesa de cabello de color rojo fuego que había enamorado a su primo Ian, se hubiese marchado para siempre. Marsali tenía un carácter fuerte y decidido. Y gozaba de una excelente salud. Hasta que una neumonía fulminante acabó con su vida. Nadie lo vio venir. Christine creía que las sangrías que le había practicado el médico habían acelerado la muerte de Marsali.
El periodo de luto había terminado.
Había llegado la hora de buscarle una esposa a Ian.
__¿Cuándo vas a empezar a buscar esposa?__le había preguntado Alyssa, tía de Ian y madre de Christine, a éste cuando iba a visitarlas.
__No tengo interés alguno en volver a casarme__respondía el joven.
__Tienes derecho a rehacer tu vida, hijo.
__Quise mucho a Marsali. Admito que mi matrimonio nunca fue del todo bien. Nos unió una intensa pasión, pero, cuando la pasión se evaporó, no quedó nada.
__Tienes veintitrés años. Estás a tiempo de rehacer tu vida.
Entonces, a Christine se le ocurrió una idea. Elaboró una lista con las posibles candidatas a convertirse en la esposa de Ian. Su primo no era un hombre rico precisamente.
Por culpa de su tío, había desaparecido la fortuna familiar. Alyssa le dio el puesto de contable.
La situación de Alyssa era mejor con relación a la familia de su marido, los Bryce. Su marido y el padre de Ian eran hermanos. Los dos tenían el mismo carácter derrochador. Sin embargo, Alyssa tuvo la precaución de guardar la fortuna que le legó su familia.
De aquel modo, pudo proporcionarle una dote a Christine. Su hija tenía veinte años.
Todavía no se había casado. Para ella, Ian había sido como un hermano mayor.
Cuando salía a pasear por la isla en compañía de su primo, Christine enumeraba a las mejores candidatas. Dado que su primo Ian había estado casado con una escocesa, también había pensado en las jóvenes de buena familia que habría en Escocia.
Sin embargo, Marsali venía de familia más bien humilde. Su madre había sido una joven sirvienta que se había quedado embarazada sin estar casada.
Todo eso no le había importado nada a Ian cuando se casó con ella. Sin embargo, una vez pasada la pasión que les unió, su esposa parecía estar siempre furiosa con él.
__No creo que casarme de nuevo sea una buena idea, Chrissy__opinó Ian durante uno de aquellos paseos.
__Marsali te quería__le recordó su prima.
__A veces, tengo mis dudas al respecto. A veces, pienso que me odiaba.
Quería seguir con su vida. No entendía el porqué Christine se había empeñado en buscarle esposa. Le mencionó a una joven.
__Su padre es el dueño de una importante empresa naviera__le comentó__Al morir, le legó toda su fortuna.
Ian pasaba mucho tiempo con Christine. A veces, tenía la sensación de que pasaba demasiado tiempo con ella.
El cabello de color rubio ceniza lo llevaba recogido en un peinado a la moda. Su piel era blanca como la leche. Su cara tenía la forma de un óvalo perfecto. Y sus ojos tenían una mirada pícara.
No entendía el porqué todavía no se había casado.
__¿Por qué no piensas en buscarte tú un marido?__le preguntó durante otro paseo__Ya tienes veinte años. Van a pensar que eres una solterona.
__No me casaré hasta que no te haya encontrado la esposa adecuada__respondió Christine con firmeza__Se lo prometí a Marsali. Y yo nunca falto a ninguna de mis promesas.
__Eres demasiado leal, Chrissy.
__Sólo quiero que seas feliz.
__¿Y qué pasa contigo?
__Yo estoy muy bien como estoy. ¡De verdad!
__Pero…Mereces ser feliz tú también, Chrissy. Mereces encontrar a un hombre que te ame por encima de todo. Piénsalo.
            Christine besó a Ian en la mejilla.
__¡Qué tonto eres!__se rió.
__¿Por qué lo dices?__se extrañó Ian.
__Alguien debe de cuidar de tus hijos para cuando vuelvas a casarte y seas padre.
__¡No creo que eso llegue a ocurrir! Antes, seré el padrino de tus hijos.
Christine abrazó con cariño a Ian.
Era su primo favorito.
Ian le devolvió el abrazo. Le dio un beso en la mejilla.
Christine había sido su más leal amiga desde que eran pequeños.
Fue la única que le apoyó cuando regresó de un viaje a Escocia en compañía de Marsali, con la que se había casado. Fue la única que quiso a su esposa como a una hermana desde que la vio por primera vez.
__De verdad que estoy bien__le aseguró Ian__No es mala la soledad.
Quiso darle un beso a Christine en la mejilla.
Pero acabó besándola por accidente en los labios.
Fue sólo eso. Un accidente...
Pero Christine se puso tensa. E Ian no sabía qué hacer.
__Lo siento__se disculpó, notando cómo la sangre se agolpaba en sus mejillas.

Le dio un beso en la frente.

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