martes, 2 de junio de 2015

CARTAS A BIBI

Hola a todos.
Aquí os traigo una nueva carta que Jorge le escribe a Bibi.
Veamos qué es lo que le cuenta.

                               Mi adorada Bibi:

                               No puedo conciliar el sueño esta noche.
                              Te has quedado en el hospital con tu madre. Tu pobre abuela necesita descansar. Piensas que tu madre estará mejor contigo. Hace ya dos días que viste por última vez a Germán.
                               Me despedí de ti esta tarde cuando llegamos juntos a la isla, atravesando el puente que la une con Vigo.
                                Te di un beso en la mejilla a modo de despedida. Pero también te besé con ternura en los labios.
                                Miro a tu pobre madre cuando voy a verla al hospital. Tengo la sensación de que algo ha muerto en el interior de Silvia. La veo cada vez más delgada. Me cuentas que intentas obligarla a que coma.
-El problema es que no quiere comer-te lamentas-Incluso, no quiere ponerse de pie como le ha mandado el médico que haga. Le ha dicho que es bueno que camine. Pero ella parece no querer seguir viviendo.
                              A pesar de todo, Silvia se ha dado cuenta de muchas cosas durante el tiempo que lleva ingresada en el hospital.
                              Tú y yo nos aferramos a los recuerdos de nuestros primeros tiempos como novios. ¿Te acuerdas?
                              Vivimos en la misma urbanización, aquí, en Toralla. Fuimos juntos al mismo colegio.
                              Cuando empezamos a ir al mismo instituto, nuestra relación cambió. Cuando salíamos al recreo, te ibas con tus amigas. Yo me reunía con mis colegas, pero no podía dejar de mirarte.
                               Nuestra primera cita fue para ir a buscar setas al bosquecillo que hay detrás de la urbanización. Te llevaste un libro que había sido de tu padre y me indicabas qué setas eran comestibles y qué setas eran venenosas. Yo soy muy malo en esa lid. Pero tú parecías una experta. Me dijiste que tu padre te había enseñado.
                               Teníamos trece años en aquella época.
                              Cuando nos despedimos, te di un beso en la mejilla.
                              Nuestra siguiente cita también fue en el bosquecillo, pero fuimos a recoger hojas secas. Era otoño.
                              Al despedirnos, fuiste tú la que me diste un beso en la mejilla.
-Me gustas mucho, Bibi-me atreví a decirte.
-A mí también me gustas mucho, Jorge-me confesaste.
-¿Te gustaría ser mi novia?
-¡Me encantaría!
-¡Guay!
                               Desde aquella tarde, nos convertimos en inseparables. Tú eras mi novia.
                              El primer beso en los labios te lo di cuando cumpliste catorce años y estaba tan nervioso que nuestros dientes chocaron.
                                Aprendimos a besar juntos con el paso del tiempo.
                                Lo único que deseo es que tu madre se recupere y vuelva a ser la mujer dinámica que conozco. Y lo que más deseo además es que mis padres nos entiendan. Ellos tuvieron mi edad. Debieron de amar. Debieron de amarse. Tus padres sí se quisieron mucho, mi adorada Bibi. Pedrito y tú sois el fruto del amor que se profesaron.
                              Quiero decirte que todo irá bien.



                            Nunca te dejaré. ¡Te quiero tanto, Bibi! Mi corazón te pertenece desde hace ya cuatro años.

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