jueves, 25 de junio de 2015

CARTAS A BIBI

Hola a todos.
Aquí os traigo una nueva carta que Jorge le escribe a Bibi.
Veamos qué le cuenta.

                                     Mi adorada Bibi:

-¿Cómo está tu madre?-te pregunté esta tarde.
-No veo la hora de llegar a casa-me respondiste-Esta mañana, la he dejado cosiendo una blusa. Quiere volver a trabajar en la boutique. ¡Estoy tan contenta!
-¿Qué vas a hacer ahora?
                                  Mantuvimos esta conversación en el interior de mi coche. Habías salido del instituto. Me pediste que te llevara a la boutique. Accedí.
                                  No recuerdo la última vez que te vi tan contenta. Germán lleva días sin aparecer por vuestra casa. Pero tu madre está de mejor humor. Incluso, me contaste, le estaba volviendo el color a la cara.
-¡Qué guay!-exclamé-¿Y qué va a pasar ahora con Germán?
-No he hablado del tema con mi madre-me contestaste.
-Tome la decisión que tome, querrá que la apoyes.
                                  Hablar de Germán es algo tabú en tu casa.
-Pedrito está enfadado con él-me contaste.
                             No me extraña, pensé. Pedrito adoraba a ese hombre. No quiero volver a verle nunca más. Pensé que era un hombre decente. Pensé que tenía sentido común. Ahora, veo que nos tenía engañados a todos. Pero, sobre todo, tenía engañada a tu pobre madre. En cuanto las cosas empezaron a ir mal, se esfumó.
-Mi padre...-me dijiste.
                               Pero no terminaste la frase. Estábamos atravesando el puente que une Vigo con Toralla.
                               Te emocionas al recordar a tu padre.



-Lo que debes de hacer es pensar en tu vieja-te recomendé-No le gustaría verte triste.
-Me digo a mí misma que no he de venirme abajo-me confesaste-No quiero llorar. Mi madre...Pedrito...
-No estás sola, Bibi, mi vida.
                                    Aparqué el coche delante de la boutique. Se encuentra en la misma urbanización en la que vivimos. Ya estaba abierta. Viste a la amiga de tu madre colocando un maniquí en el escaparate.
                                       Es verdad. No estás sola, amor mío.
                                 Tu madre se preocupa por ti. Tienes a tu abuela, que te adora. Tu padre vela por ti desde El Cielo.
                                 Tu hermano no quiere verte sufrir. Y me tienes a mí. Tienes a tus amigas. No quiero que te olvides de mí, mi adorada Bibi. Yo nunca te dejaré sola. Es una promesa que me hice a mí mismo hace mucho tiempo.
                                 Te cogí las manos y te las besé con fervor.

1 comentario: